Esa es una de las recomendaciones de la “Guía para el buen trato a las personas mayores”, elaborada por el Centro Gerociencia, de la Universidad de Chile para que funcionarios municipales interactúen con los adultos que requieren servicios.
Hablar claro, pero sin estigmatizaciones, erradicar términos obsoletos como «abuelitos» o «tatitas”, dejar de asumir que son “dependientes o jubilados”, e informar de sus derechos y los protocolos de denuncias ante vulneraciones. Estas son algunas de las recomendaciones dirigidas a funcionarios y funcionarias municipales recopiladas en la “Guía para el buen trato a las personas mayores”, elaborada por investigadores e investigadoras del Centro de Gerociencia, Salud Mental y Metabolismo (GERO) de la Universidad de Chile.
El director de GERO, Christian González-Billault, dice que lo que hicieron fue entregar recomendaciones relacionadas con estos sesgos que ocurren muy frecuentemente para que la gente sea consciente.
«Por ejemplo, llega una persona mayor a un servicio de salud o a cualquier repartición pública y lo primero que hace la persona que lo recibe es decirle ‘abuelito, ¿cómo está?’, en el fondo lo infantiliza. Entonces, la gente tiene que entender que eso no es correcto, pues una persona por ser mayor no pierde sus capacidades para que lo traten como a un niño. Es una persona que no solo es sujeto de derecho, sino que, además, a no ser que padezca alguna patología, tiene todas las condiciones como para tener control absoluto de su vida”, dice el profesor González-Billault.
En un segundo ejemplo, muchas veces las personas mayores cuando acuden a los servicios de salud que son dependientes del municipio, van acompañados de una persona menor. Y muchas veces los profesionales de la salud se dirigen a la persona joven y no hablan con la persona mayor. “Esto es una forma muy sutil de maltrato. Le estamos hablando a un tercero de cosas que conciernen a una persona mayor, que es una persona que si está en plenas facultades, por supuesto que no debería estar sujeto a ese tipo de trato”, plantea el director de GERO.
Un tercer ejemplo que los investigadores han detectado es cuando una persona mayor llega a un lugar y le hablan fuerte o gritan, asumiendo que la persona es sorda. “Evidentemente, cuando uno va envejeciendo, va teniendo pérdida auditiva, pero eso no significa que el 100% de las personas mayores sean sordas, ni mucho menos, porque no es así”, agrega.
Estos tres ejemplos son algunos de los que desarrollaron dentro de esta guía.
“Son cosas concretas que las personas que van a trabajar o van a estar expuestas a atender a personas mayores deben conocer para que entiendan que son sesgos, que si bien son inconscientes, son sesgos. Al poner atención a estas prácticas, pueden atenderlos de mejor manera”, explica Christian González-Billault