No estamos hablando de los artículos que ofrecen las tiendas establecidas en sus vitrinas, sino de la variedad que presenta el comercio ambulante en el paseo peatonal más transitado por los santiaguinos.
El comercio ambulante es una de las lacras que cubren diferentes lugares de las grandes ciudades. Y el Paseo Ahumada de Santiago es una muestra que el problema no tiene una solución nada de fácil, especialmente frente al duro momento económico que enfrenta gran parte de la población para sobrevivir.
Las cuatro cuadras entre la Alameda y la Plaza de Armas están prácticamente tomadas por el comercio callejero. Ante la imposibilidad de erradicar esta práctica, la autoridad recurrió a una fórmula que le hace un guiño a la legalidad: se entregaron permisos y se habilitaron toldos con lo que se crea la apariencia de ordenamiento.
Pero como no todos pueden o quieren (especialmente extranjeros sin documentos chilenos) acceder a esta singular forma, se produce otro fenómeno: el desplazamiento a sectores menos vigilados donde se instalan en el suelo con un paño como exhibidor de sus mercaderías. La presencia de Seguridad Comunitaria es constante. Personal uniformado “corretea” a los ambulantes no autorizados e incauta los carritos que venden comida sin ningún tipo de regulación sanitaria. Entonces se trasladan a calle Huérfanos o al sector de calle Puente (al costado de Plaza de Armas donde se ubica la Municipalidad), siempre atentos (mediante silbidos y otras señas) a escapar y evitar la incautación.
Fueron 78 los productos a la venta que se contabilizaron en un recorrido por el Paseo Ahumada. Entre los más recurrentes, para no mencionarlos todos, aparecen: billeteras, carteras de mujer, café, lentes para el sol, guantes, dulces y frutos secos, cosméticos, juguetes, llaveros, gorros, sombreros, bufandas, artesanía, accesorios para celulares (audífonos), medias, calcetines, relojes, ropa interior, buzos…y suma y sigue. Además, a eso hay que agregar los lustrabotas, músicos y los quioscos legalmente instalados. Es decir, un paseo convertido en feria y sin entrar el caldo de cultivo que es para la delincuencia. En suma, una vergüenza. A nadie le cabe duda que esta situación, además de complicar el tránsito peatonal, afecta directamente a casi el centenar de comercio establecido repartido en las cuatro cuadras de lo que alguna vez fue el Paseo Ahumada de Santiago..