Mediodía. Camino rumbo al Hospital de la Asociación Chilena de Seguridad en el Parque Bustamante a inquirir noticias por el estado de salud de Héctor Cuevas, el camarógrafo alcanzado hace unos días por disparos en Lo Valledor.
En Informaciones me contestan que las visitas son por la tarde y que únicamente permiten a familiares. Mientras deshago el tránsito me viene a la mente otro nombre: Abner Machuca, de igual profesión que fuera baleado años atrás en la guerra de Kosovo mientras cubría enfrentamientos para TVN. A causa de las heridas lo retiraron de circulación y hoy, ya restablecido, es eficiente productor de la estación. Incluso el otro día me llamó para contarme que empezaría a estudiar Periodismo.
Por igual, en el magín se agolpan más imágenes. Tiempos en que en la Escuela de Altos Estudios de la Comunicación y Educación (EACE) creé la carrera de Fotógrafo-Camarógrafo. Año 1984. Entonces a los aviesos alumnos se les entregaron materias técnicas, éticas, artísticas y, por cierto, se les advirtió acerca de los riesgos que acompañaban tan fascinante oficio, sin pensar que alguna vez ellos los protagonizarían. Es la vida.
Pero antes, ejecuté otras creaciones de las que también hay representantes. Regreso de Venezuela al diario La Tercera. Me ubica el jefe de las escuelas de verano de la U para que haga en vespertina un curso de Redacción de Guiones de Televisión. La sala llena de alumnos motiva abrir matrículas a otro taller por las mañanas. Similar asistencia impulsó al entusiasmo de Percy Eaglehurst y el profesor Fernando Tapia, para que yo creara el Instituto de Artes y Ciencias de la Comunicación (IACC). Idea que, siendo yo rector y accionista, se concreta en 1981.
En ese plantel, hoy transformado además en Universidad (Uniacc), doy forma a las carreras de Comunicación Audiovisual y Animación de TV. Dificultades con nuevos socios harán que cuatro años después me separe y cree la ya mencionada EACE, donde sumo la carrera de Fotógrafo-Camarógrafo. Para algunos, en sus inicios, mis proyectos formativos constituyeron una fábrica de cesantes. No obstante para otros visionarios como don Eleodoro Rodríguez, director del C-Trece, constituyeron un verdadero aporte. Así me lo manifestó en una oportunidad:
–No sabe, Toño, lo que tengo que agradecerle con la creación de estas carreras. Se lo digo con sinceridad: me ha sacado un peso de encima. Cada vez que algún personaje o amigo me llamaba para que diera trabajo a un joven pariente en el Canal, no hallaba como sacármelo de encima. Ahora, simplemente, le señalo que vayan a su instituto, se titulen y ya con su cartón en la mano, veremos qué podemos hacer.
Sin falsa modestia, pido permiso para citar a algunos exalumnos que me acompañaron en mis aventuras pedagógicas, ganando luego reconocimiento en estaciones televisivas: Sergio López, Mirko Morán, Circe Matute, Aldo Pacheco, Pedro Larracoechea, Mauricio Mieres, Alejandro Guajardo, Rodrigo Gutiérrez, Helen Aguirre, Jenny Novoa, Verónica Castro, Jaime Campusano, Chino Navarrete, Paulo Flores, Rafael Pardo, Víctor Cruces, Jorge Castillo, Alejandro Astudillo, Nelson Folch, Caco Ugarte, Osvaldo Navas. Que me perdonen aquellos que por razones de espacio no he nombrado. Repartidos en las funciones de directores, productores, guionistas, asistentes, editores, sonidistas, animadores, relatores, comentaristas deportivos, son cientos los formados a lo largo de más de cuatro décadas de docencia audiovisual.
Líneas aparte para Michael Cazenave que llegó a ser presidente del sindicato de Trabajadores de TVN. Y recuerdo postrero para quienes murieron ejerciendo su apasionante oficio: los sueños de Ronald Peñafiel terminaron al ser atropellado en avenida Kennedy y Quico Vergara murió ahogado a fines de los noventa. Subrayando los peligros que encierra la profesión de camarógrafo, su trágico deceso ocurrió cubriendo como corresponsal de TVN una justa deportiva en aguas de la sexta región. Dolor eterno por nuestros inolvidables exalumnos.