Rodrigo Bastidas, junto a Daniela Castagno, fueron los creadores de la producción que cautivó a la teleaudiencia en sus más de 200 capítulos. La historia del agricultor sureño Baltazar y su cuñada monja Margarita, ambientada en el pueblito de Cochamó, rompió mitos y cifras de rating.
Este miércoles se emite por la pantalla de Mega el capítulo final de la telenovela “La ley de Baltazar”, que se convirtió en la producción más exitosa en su género en los últimos meses, alcanzando índices de sintonía no vistos en los últimos cinco años.
Con un elenco de primer nivel y ambientada en el pueblo de Cochamó (Región de Los Lagos), la historia del protagonista y su eterna enamorada, una monja que colgó los hábitos, fueron sin duda determinante para lograr su gran impacto.
Otro hecho destacable es lo creíble de los personajes principales, con defectos y virtudes, que los hicieron queribles por el público, así como la inclusión de dos adolescentes con síndrome de Down que viven primero la amistad y luego el amor como dos personas comunes.
Cada Día Mejor conversó con el libretista Rodrigo Bastidas, para conocer detalles que no aparecieron en la pantalla, como la relación que hubo con la Iglesia Católica por la incorporación de una monja poco tradicional.
Una historia que sintonizó con el público
¿A qué atribuyes el gran éxito de la telenovela?
Son muchos los factores y es difícil destacar uno solo. Pero en el resumen te diría que es una muy buena historia, que sintonizó con la gente adulta, cosa que no ocurre en la mayoría de las producciones que van más bien dirigidas a un público general.
“Aquí hay un tema que caló en el adulto mayor, que se identificó con este padre (Baltazar) a quien los hijos pretenden jubilar, que buscan dirigirle la vida sin considerar sus propias decisiones. Y el tipo no está dispuesto a transar en su manera de pensar ni en la forma de llevar su vida. Entonces ahí hay una arista sociológica interesante que cautivó al televidente en los casi diez meses que duró al aire. Tampoco podemos olvidar que el entorno, el pueblo de Cochamó, fue un elemento fundamental en la puesta en escena
¿Cómo manejaron el tema de la monja que se retirar para casarse con la Iglesia Católica, en un canal cuya línea editorial es más bien conservadora?
Muy bien. Tuvimos conversaciones importantes con personas del Arzobispado y ellos fueron muy abiertos. Sabían que el tema lo íbamos a tratar con respeto. Y que contaríamos la historia de personas que sienten, fundamentalmente una historia humana, hablar de personas que sienten y piensan de una manera. Supieron desde un comienzo lo que íbamos hacer con la historia y no hubo ningún problema. Tanto es así que hasta nos prestaron la iglesia para las grabaciones.
¿Destacarías alguien en el elenco de actores?
Es un elenco muy parejo todos, se desenvolvieron muy bien en todos los roles que les correspondió. La verdad, es que eso es posible cuando tienes una buena historia que contar, con los personajes claritos, con carne como decimos en el medio. No es por correrme de tu pregunta, pero fue notable la actuación de todos.
¿Y ahora que viene para ti?
Sigo con mucha actividad. Estoy en el teatro San Ginés con “No me dejes hablando solo”, donde entre otros grandes actores participa Jaime Vadell, y que está funcionando muy bien con gran recepción del público. Además en “De uno a diez ¿cuánto me quieres?” y ensayando una nueva obra que se llama “Tres espermios desobedientes sin permiso de la mamá”.
¿Y en televisión?
Nada por el momento
¿O sea, estás en el mercado?
Absolutamente.