En cada persona hay un ser humano, con sus grandezas y sus inevitables bajezas. En él se albergan ambiciones, anhelos y aspiraciones, habitualmente por mucho tiempo postergadas.
Además, vivimos en una sociedad donde el dinero es fundamental y tenemos con él una fijación para obtener elementos inalcanzables para una gran mayoría (casa propia, auto moderno, ropa a la moda, departamento en la playa, dinero para pasarlo bien, viaje familiar al extranjero, etc…).
¿Cómo se puede lograr todo eso?, que no es menor. Apropiándose
de los lo que no le pertenece y pareciera que quién tiene la oportunidad, lo hace.
Atrás quedan los principios y los sueños Nada detiene al dinero y a la ambición. Los seres humanos son débiles y traicionan a sus partidos políticos, a sus ideales y a quién sea necesario.
Desgraciadamente, la corrupción es contagiosa y aparecen con ella, personas que no hubiéramos imaginado. La droga tiene un mercado insaciable de corruptos y en ella se mezclan funcionarios públicos, policías y personas que creímos honestas. Todos corren detrás de los billetes, sin reparar en lo que es la honradez y las buenas costumbres.
No hay duda que quedan todavía seres humanos irreprochables y de una seriedad comercial que se destaca. Felizmente no desaparecen, pero los otros, los maleantes, crecen peligrosamente.
Ojalá podamos volver a ser un territorio, donde la sociedad imponga sus valores y deseche la ruindad, la bajeza y el emporcamiento.
¿No le parece?
