¡Qué facilidad tenemos para pasar del drama a la alegría!
De los fatídicos y demoledores incendios a la festiva y alocada participación masiva del Festival de Viña, donde todo importa poco.
En el norte, sigue la migración que nos abruma, también la delincuencia se multiplica en todas sus ramas, la droga impera y en esta temporada se impone en las playas y lugares de veraneo. Y los políticos continúan con sus diferencias en cuanto integrar una mesa para derrotar la delincuencia que no decrece y, al contrario, aumenta.
Hay muchos damnificados que necesitan protección, casas y construcciones que desaparecieron y tantos otros hechos que lamentar. Pero ahora pareciera que nos importa más que se bajó un comediante o que se reemplazó un número artístico o dos en un festival.
¡Qué capacidad tenemos para cambiar!, lo que nos preocupa. Da la impresión que al mismo tiempo es posible sufrir con los incendios y vibrar alegremente con un Festival.
¡Pobres damnificados! ¡VIva el Festival!