Pareciera que definitivamente se acabó, o por lo menos desapareció, la manera tradicional de relacionarse entre la gente. Hoy no se respetas a la autoridad, ni a la policía, ni menos a la propiedad de los locales comerciales o instituciones, pasando por iglesias, templos, retenes de Carabineros, terrenos, casas o automóviles de ciudadanos honestos, tampoco a la gente mayor, niños y se acosa a las mujeres.
Los lugares públicos son invadidos por el matonaje y las personas normales no asisten a ellos. En edificios, la música y las fiestocas impiden el merecido descanso de los demás. Hay muchas situaciones en que la vida parece no tener valor.
¿Qué nos pasó? ¿Dónde quedó el respeto?
Definitivamente se perdió y a muchos no les importa, pese a que es indispensable para la convivencia humana. Se nos olvidó que respetar y entender que la vida es distinta a este modernismo caduco y pequeño nos hace daño y nos limita en nuestro desarrollo. El mundo en que estamos no tiene norte ni ideales y menos esperanza de un mundo mejor.
No tiene nada y nosotros tampoco, aunque no lo creamos ni lo aceptemos.