Había asesinado a un cabo de carabineros, sin embargo se paseaba libre por las calles. Fue condenado a 10 años de cárcel por el crimen del policía, pero había escapado y seguía cometiendo ilícitos.
La verdad es que, sin ser entendidos en la materia, nos parece baja la sentencia. Era un personaje con prontuario y asesinó a una autoridad, lo que no es menor. Estaba habitando, entre otros lugares, un departamento ubicado frente a una comisaría, aunque usted amigo lector no lo crea. Finalmente ahí fue aprehendido y se detuvo para su formalización y posterior sentencia.
Esta es una historia sorprendente y algo extraña, pero con buenos resultados. Develan, eso sí, varias interrogantes. ¿Tan baja es la sentencia para quien asesina a un carabinero? Al escapar, ¿demuestra las fallas de gendarmería?
¿Quiénes lo ayudaron? ¿Quiénes lo escondieron? Además, se demoraron mucho en encontrarlo, pese a que habitaba un departamento de un edificio que queda a pasos de una comisaría.
Por el caso de del abogado Hermosilla, más conocido como el “caso audios”, se allana la casa y la oficina del Director General de la PDI y uno piensa …¿quién se salva? Pareciera que ante el poder del dinero, ninguno se reprime y sucumben hasta los que dábamos por probos e incólumes. La corrupción no se detiene y cada vez es más sorprendente e inesperada.
Como dijo aquel viejo español, “estamos en unos tiempos tales, que tanto tienes, pos tanto vales”.