-¿Qué cuál ha sido mi momento más amargo? Tengo varios pero te mencionaré tres, fue la respuesta del cantante al entrevistarlo en 1972 en la redacción del vespertino Ultima Hora.
Tiempos políticos encarajinados, violentos, con el país dividido entre upelientos y momios o, más fino, entre marxistas y fascistas que no impedía que muchos artistas se las creyeran y asumieran poses de divos. Más de alguno, de ambos bandos, me dejó plantado. Marco Aurelio Solís Gatica, que decidió ocultarnos para siempre su hermosa voz hace unos días, respondiendo a su carácter modesto, quitado de bulla, a pesar de ser ya un grande de la canción romántica, esa vez no faltó al compromiso:
– Con 24 años estaba en la plenitud de mis condiciones artísticas cuando me contrataron para seguir carrera a Buenos Aires, meta a la que todos aspirábamos llegar. En 1963, interpretando Sólo una mirada, compuesta por Juan Vásquez, había triunfado en el Festival de Viña del Mar; el 65 fui primero en el Festival de Santiago con Hoy creo en Dios de Jaime Atria y al año siguiente mi creación Por creer en ti, ganado y cantada por Isabel Adams, me consagró como autor en la competencia internacional de Quinta Vergara.
¿Y qué sucedió en la capital bonaerense?
-Lo cuento, miro para atrás y no lo creo ¡Cómo pude tener tan mala suerte! ¿Vas a creer que ni siquiera alcance a debutar en un canal? Mi representante tenía todo planificado. De repente, me empezaron los dolores. Desesperado, él me llevó a un hospital. Diagnóstico: hepatitis aguda. Vino a verme un par de veces. Nunca más supe de él. Me dejó botado. Al cabo de cuatro meses me dieron de alta. Flaco como perro. No tenía una chaucha, ni pieza, ni trabajo.
-Hay que ser muy estoico para sobrevivir en esas condiciones…
-¿Muy qué?
-Te explico: hubo un filósofo griego que creo se llamaba Zenón que allá por el siglo III a. C. recomendaba la reflexión como método para enfrentar los momentos difíciles, que fueron los que tú viviste.
-Fue terrible. A Chile regresé flaco igual que quiltro y me costó mucho rehacer mi carrera. Únicamente después de 1969 empecé a disfrutarla, pero también tuve que sufrir. Y mucho: ser estoico, como la palabrita que usaste recién.
-Explícate, sonrío.
-Fue la temporada que escribí mi canción más popular, Amor por ti, que es el resultado de un desengaño amoroso que me costó sangre, sudor y lágrimas. La gente cree que los famosos siempre ganamos y festejamos: se equivocan, padecemos como cualquiera, Enamorado hasta los tuétanos, fui traicionado. Por más que rogué, me abandonaron.
-Pero, gracias a ella alcanzaste nombradía local e internacional.
-En efecto. ¡Y vas a creer que cuando en 1971 la presenté a la competencia de Viña del Mar, el sordo jurado la rechazó!
Después de esa entrevista muchas veces volví a dialogar con Marco Aurelio. Un señor templado a la antigua. Decoroso. Con su voluntad de oro, simple, observador, agudo, de categoría, actuó en lanzamiento de mis libros y fue a cantar a festivales organizados por alumnos de mi Instituto Profesional y Centro de Formación Técnica. Incluso en el 2006, junto al director Humberto Hermosilla, en adaptación mía sobre un poema paterno, él cantando, presentamos una canción al Festival de Viña. Se llamaba Escepticismo, pero no clasificó.
El año 2014 la SCD premió a Marco como Precursor de la Música Romántica Chilena. Elogiado internacionalmente, Iván Hernández, destacado locutor y comunicador, fiel acompañador en velorios de artistas fallecidos, me narra las últimas horas terrenales del romántico intérprete:
-“Fue un momento muy triste el experimentado en la iglesia de la Gran Avenida donde lo velaron. Lo habían traído desde Concepción, ciudad a la que se lo había llevado su hermana. Sus jornadas postreras fueron amargas; padecía de diabetes y otras enfermedades. Me contaron que al final su cabecita no andaba muy bien. Lo patético es que en la iglesia no descubrí ningún rostro de artista amigo que viniera a despedirlo…”
Descansa en paz, estoico, talentoso y noble amigo.
