No hay duda que es extraño, competitivo, difícil, poco solidario y lleno de soledades y angustias. Ya las parejas no se enamoran caminando de la mano y a la luz de la luna. La delincuencia lo impide, también los intereses que nada tienen que ver con el amor. No hay sueños y las ilusiones se desvanecen antes de nacer. Todo es frío, matemático, calculador. Los sinvergüenzas de «cuello y corbata» no son sancionados como debieran y se ríen de la justicia o la justicia con ellos no se aplica. El Parlamento no se respeta, porque él no se hace respetar, ya que ha sido víctima del soborno, el financiamiento empresarial y el cohecho. La violencia nos lleva a no valorar la vida humana y -por cualquier cosa- se dispara a matar. Los principios y los valores de las personas han sido doblegados por el dinero… y mucho más.
Cómo dijo aquel viejo español, «estamos en unos tiempos tales, qué tanto tienes, pues tanto vales».
La droga y el narcotráfico son los símbolos de los días que vivimos, con todo el daño y el perjuicio social que ocasionan. La educación se debate entre el costo y la gratuidad y los estudiantes pasan más en manifestaciones que en clases. Las listas de espera en los hospitales y centros de salud, son interminables y los enfermos mueren antes de ser atendidos. Las personas mayores reciben una pensión que muchas veces da risa y con la que es imposible vivir. ¿Para qué seguir ?, si el panorama es desalentador y al parecer sin solución en el corto plazo.
Felizmente las personas mayores nos podemos refugiar en los recuerdos para evocar tiempos mejores. Aquellos del club de fútbol que representaba el barrio en que vivíamos, con los amigos de la infancia. Ese sector donde había el maestro zapatero que nos arreglaba el taco y la media suela, el peluquero que con la vieja máquina nos cortaba las «mechas» siempre rebeldes. El sastre que no cumplía nunca la fecha de entrega del traje que nos mandaban a hacer para la Navidad.
El cine de barrio que nos maravillaba con sus populares donde exhibían dos películas y a mitad de precio. La Fuente Soda, donde nos instalábamos a escuchar las melodías de moda en ese wurlitzer lleno de discos. El primer pololeo y tantas cosas que se fueron, sin que nos diéramos ni cuenta.
Hay que volver a la actualidad y rememorar el viejo tango que dice «y en el mismo lodo todos abrazados». No hay más. Ese es el mundo que vivimos y no otro, aunque muchas veces nos parezca mejor el pasado que el presente.
Alfredo Lamadrid B.
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Q paso con el doctor flores y como podemos mandarle correos muchas gracias de ante mano y felicitaciones x el.programa
Hola Alicia, lamentablemente por la crisis sanitaria el doctor Flores no ha podido avanzar con los casos del programa. Esperamos como equipo que la situación país se normalice, para poder volver con la sección del doctor Flores. Le puedes escribir al doctor en doctorflores@dentalfamilia.cl. Qué estés muy bien! Saludos.