Casi sin quererlo nos hemos transformado en el país de los asustados. Le tenemos miedo a todo. A que nos echen del trabajo, a salir a comer afuera. Nos encerrarnos en la casa a las siete de la tarde y si podemos antes, mejor.
No llevamos los niños al parque cercano porque nos puede pasar algo. Los menores no están seguros en los colegios, como antes. Las mujeres no salen con collares o pulseras ni anillos valiosos y los hombres no usan relojes de marca porque hoy corren peligro.
Entonces, ¿para qué los tenemos? Muchos temen que les roben el auto o les saqueen su casa. Algunos negocios han sido asaltados más de diez veces y atienden con temor. No hay duda que el terror nos invade de capitán a paje. Parece que nadie se salva de esta máxima actual.
Los candidatos a presidente también tienen miedos ocultos. La Matthei a que la relacionen con la Dictadura. Kast, a que le gane Kaiser y este último a tener que bajar su candidatura porque las circunstancias lo aconsejan. La Toha, a que la culpen de los errores que ha cometido el gobierno que ella integró. La Jara teme que al ser Comunista no la apoyen los independientes. Winter a que muchos del gobierno y del Frente Amplio no lo apoyen, porque prefieren a la Toha y Jaime Mulet no se atormenta mucho porque sabe que está solo para la foto.
Como usted ve, todos los chilenos vivimos con miedo y así nos hemos convertido en “el país de los asustados” y los países que viven en esa condición, no prosperan. La delincuencia no los deja. ¿Será el momento de enfrentarla con todo el poder del Estado?