La sintonía mide a la cantidad de gente viendo un programa, sin determinar la opinión que ese espacio le provoca.
Es indiscutible que la encuesta de sintonía, influye determinantemente en las programaciones de la televisión actual. Los auspiciadores quieren vender más y para ello es indispensable que los vea más gente, en sus avisos y promociones. Y eso es rating. ¿Cómo se logra? Con programas que capten a las audiencias, sin importar mayormente la forma. No se respetan, como se debiera, los contenidos, los formatos y las personas que los emiten.
Se olvida generalmente que la sintonía mide a la cantidad de gente viendo un programa, sin determinar la opinión que ese espacio le provoca. Ahí podría haber más de una sorpresa, ya que siempre son los mismos los que aparecen (¿flojera o dejación?).
A los rostros se les atribuye un poder de convocatoria que no siempre es real. Para esta afirmación, sería importante recordar que años atrás, los ratings de varios programas superaban los 40 puntos y hoy, si llegan a 15 puntos, hacen una fiesta. ¿Quién o quiénes son los responsables de esta baja tan considerable? ¿Son los faranduleros, los personajes que el televidente más demanda? ¿Gustan más los programas que se compran en el exterior o los que se han creado en nuestro país?
Hay tantas cosas que considerar para hacer una TV más rigurosa, más eficiente y con resultados más concretos. El medio es muy exigente y hay que saber responder a ello, con búsqueda y esmero.
Todo lo demás, es música y fiesta.
