Telebasura es un neologismo aplicado a determinados modelos televisivos. Fue definido por la Real Academia Española como “conjunto de programas televisivos de contenidos zafios y vulgares”.
Por Equipo CDM
La telebasura, término acuñado en 1990, puede definirse por los asuntos que aborda, por los personajes que exhibe y coloca en primer plano y, sobre todo, por el enfoque distorsionado al que recurre para tratar asuntos y personas. Bajo la apariencia de preocupación y denuncia, los programas de telebasura se regodean con el sufrimiento, con la muestra más sórdida de la condición humana y con la exhibición gratuita de sentimientos y comportamientos íntimos, donde prima la chabacanería, la vulgaridad y el morbo.
Según el Consejo del Audiovisual de Cataluña (CAC) en España, se define la telebasura como el conjunto de programas en los que confluyen «la vulneración de derechos fundamentales, la falta de consideración hacia los valores democráticos o cívicos, como el desprecio de la dignidad que toda persona merece, el poco o ningún respeto a la vida privada o a la intimidad de las personas o la utilización de un lenguaje chillón, grosero e impúdico. Todo esto se lleva a cabo con la intención de convertir en espectáculo la vida de determinados personajes que, generalmente, se prestan a ser manipulados a cambio de la celebridad que les da la televisión o de contraprestaciones económicas».
Prácticamente muchos de los elementos mencionados están contenidos en los nuevos programas de la televisión chilena que han regresado bajo el formato de los “reality”. Partió con el Gran Hermano en Chilevisión y a poco andar se le acopló desde Canal 13 Tierra Brava, mientras que Mega promociona algo del mismo estilo bajo el nombre de La Cabaña. Cabe consignar que las tres compañías dedicadas a la comunicación colectiva por televisión son propiedad de empresas privadas que, sobre sus líneas editoriales, se rigen por las normas del mercado, cuya finalidad última es el lucro. Hasta ahora, y esperamos que siga así, solo Televisión Nacional escapa de la situación al ser propiedad del Estado de Chile y autodenominada televisión pública y por ende con objetivos diferentes a sus competidores.
Pero, ¿por qué está ocurriendo esto con la TV? Para no pocos especialistas es solamente una consecuencia y reflejo del modelo de sociedad imperante en nuestro país, cuyo concepto central es lucrar independiente de la forma en que se logre. Entonces, bajo esa premisa, se pueden vulnerar principios y valores.
Sería largo de contabilizar todos los casos que lo demuestran, que van desde la política (corrupción) a hechos más recientes como el caso fundaciones donde los que predicaban una nueva forma de hacer política al final de la historia no solamente la repitieron sino que, a todas luces por los antecedentes conocidos, además olvidaron la moral.
La sociedad ha visto como Isapres y AFPs manejan las situaciones en propio beneficio olvidando cualquier función social . En el primer caso, es patético enterarse que una decisión de la Corte Suprema es soslayada con la complicidad de diversos poderes, públicos y privados. Resulta que obtuvieron utilidades en forma ilegal abusando de sus clientes, deben devolverlo el dinero pero menos de lo que hurtaron y en un plazo de 10 años. Para los responsables, felizmente no están en China, donde con suerte, los diez años que se les busca dar para devolver lo mal habido los habrían cumplido en la cárcel. En el caso de las AFPs van otros 10 años para reformular las pensiones indignas que reciben sus cotizantes. Y la discusión sigue y el modelo se mantiene; es más, se pretende con un lenguaje sofisticado mantenerlas como un derecho constitucional.
Hay otro caso más reciente y puntual que refleja la precariedad y abusos a la que está expuesta nuestra sociedad. A los habitantes de los edificios afectados por el socavón en Reñaca, se les exige firmar un papel notarial (otros negocio sobre el que se hace vista gorda) para entrar a retirar sus enseres, asumiendo el riesgo que conlleva. Pero ¿cuál es el riesgo? Nadie lo sabe pero con ello la autoridad se lava las manos y evita eventuales consecuencias judiciales y por ende patrimoniales.
En esta “lista corta”, no se puede dejar de mencionar a Matías Videla gerente general de Cencosud fue descubierto usando información privilegiada para incrementar su patrimonio personal, saltándose todos los reglamentos. Incluso algunos especialistas hablan que su delito amerita penas de cárcel. Solamente cabe esperar que la Justicia actúe y no termine condenado a clases de ética, como ocurrió con los culpables del caso Penta.
Son nada más que algunos ejemplos que hacen pensar que el regreso de la televisión basura a las pantallas es solamente parte de nuestra sociedad que desecho, al parecer, los principios que nos rigieron por décadas.