“Sacarle punta al tiempo, para así dar lugar a experiencias que aún queden por vivir o repetir las de siempre, renovando la mirada”. Esa es la propuesta de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH) respecto a este aspecto de la vida en las y los adultos mayores, de acuerdo a una información publicada por el diario Clarín de Buenos Aires.
“No hay una edad de finalización de la sexualidad ni como práctica ni como deseo, salvo que nuestros pensamientos estén signados por prejuicios o desinformación. Nuestro cuerpo siente y desea hasta en situaciones invalidantes. En la adultez mayor existen los besos de lengua, el sexo oral, el sexo anal, el sexo coital, entre otras prácticas que se asumen como deseadas y consensuadas”, aseguraron al mencionado medio las psicólogas y sexólogas Lucía Báez Romano y María Ester Antelo.
Si bien las dificultades sexuales forman parte del proceso natural de envejecimiento, esto no debería ser definitorio a la hora de la intimidad. Báez Romano, coordinadora docente de los posgrados en Sexología Clínica y de Terapia sexual de la Facultad de Medicina de la UBA, destacó que “si todo el erotismo se reduce al rendimiento sexual o a la imagen lozana, la sexualidad en esta etapa se verá menoscabada”.
En ese marco, la especialista insistió en que “nuestra vida sexual adulta no tiene fecha de caducidad, sobre todo teniendo en cuenta que sexualidad, no es lo mismo que genitalidad. La genitalidad es un aspecto parcial de la sexualidad definido por lo anatómico-fisiológico de los órganos genitales y su capacidad de acción”.
Los cambios corporales existen, son innegables. Sin embargo, señaló la experta, la vigencia erótica sigue ahí: “Si sabemos escuchar, nuestro cuerpo nos irá dando la clave para vivir la sexualidad desde el erotismo y desde la búsqueda de nuestra capacidad de placer sin importar el momento vital en el que nos encontremos. Esto es importante, ya que la vida erótica se esfuma cuando se pierde el vínculo con la vida”.
En ese marco, enfatizó que la sexualidad nace con la persona, se experimenta a lo largo de todas las etapas y no deja de estar presente mientras sigamos vivos.
En otro orden, recalcó una conducta riesgosa que se da tanto en varones como en mujeres: “Suelen carecer del hábito de cuidarse con preservativos durante los encuentros sexuales en la madurez. Es nuestra obligación subrayar que se trata de un error común y peligroso”. La adultez mayor produce cambios tanto en personas con pene como en aquellas con vulva. La sexóloga detalló que cuando en la mujerculmina el tiempo de la reproducción al retirarse la menstruación, disminuye la cantidad de estrógeno y progesterona y se entra en el periodo menopáusico.
“En algunas mujeres estos cambios suelen ser drásticos, con síntomas molestos como sofocones de calor, cambios de carácter o irascibilidad”, aseguró Antelo. Pero también existe otra reacción frente a estas modificaciones: “Para algunas mujeres este cambio es liberador: se elimina el riesgo de embarazo no deseado y ya no necesitan estar pendientes del sistema de anticoncepción que fuera que usaran durante su época fértil”.
En los varones la cuestión hormonal es distinta. La testosteronano disminuye drásticamente como ocurre en el organismo femenino con el estrógeno, sino que va mermando paulatinamente.
A la hora de enfrentar esta etapa de la vida, las psicólogas y sexólogas brindaron dos sugerencias esenciales:
- Se recomienda la estimulación genital directa de ambos, para así mejorar el encuentro sexual. Y no es que haya “obligatoriedad” coital, pero sí es importante disfrutar del encuentro erótico, dedicándole todo el tiempo posible con placer y voluptuosidad, de la misma manera en que es importante el encuentro con uno mismo y dar rienda suelta a nuestros deseos de estar a solas disfrutando de la autoestimulación.
- El secreto será no tener tan en cuenta las carencias como las posibilidades, aceptar los cambiosy celebrar aquello con lo que se cuenta: un cuerpo que siente y desea.