Desgraciadamente cuando más escaso está, más se recurre a él.
Una nueva ley castiga con multas económicas a quien no cumpla con determinadas disposiciones de sus vehículos.
Uno se pregunta ¿y no hay otra manera de sancionar?, como la suspensión de la licencia por un mes por ejemplo u otras formas de castigar a los infractores. Y otra persona más audaz señala: ¿Y dónde va esa plata? Esa es una pregunta que nadie responde.
Pareciera que salir en auto, en el día de hoy, constituye una provocación. Tiene que tener permiso de circulación al día, revisión técnica vigente, patente visible, aparte de otra serie de especificaciones que rigen hace unos años (herramientas, botiquín, pechera multicolor etc. etc.). Si no se cumple con algunas de estas normas, el vehículo se traslada por los fiscalizadores a unos estacionamientos públicos municipales, donde se cobra y no poco, por la permanencia.
A esto le sumamos el Tag y el Peaje. además del precio de la bencina aumentada por impuestos inamovibles, entonces andar en su propio vehículo constituye una aventura.
Caso parecido sucede con las Contribuciones que le hacen pagar por vivir en casa propia, una cantidad de dinero que termina siendo un arriendo.
Hay muchas otras situaciones que llaman la atención y donde vemos que todo es plata y a ello concurren incluso los que ideológicamente piensan distinto. Eso nos lleva a confirmar qué hay una distancia muy grande entre lo que se dice y lo que se hace.
Una lástima.