De repente no lo conocemos, lo extrañamos, no lo entendemos. La delincuencia nos sobrepasa, nos atemoriza y nos sorprende. Nadie puede comprender lo que vivimos.
Los negocios son asaltados sin piedad, cierran más temprano, asumen sus pérdidas y ya no saben qué hacer. Los robos de autos son a plena luz del día. Los ciudadanos andan preocupados por lo que les pueda suceder y se encierran sus viviendas, apenas pueden.
Derechamente la gente tiene miedo, muchos no saben qué hacer y a quién recurrir. La autoridad toma medidas, pero rechaza otras. En definitiva, nadie sabe realmente cómo derrotar este flagelo. No es fácil. Al contrario, es difícil enfrentar una delincuencia que no conocíamos y que en alguna medida ha llegado desde afuera y se ha propagado por todo nuestro país.
¿Qué se puede hacer?, ¿dónde está la solución?, ¿cómo la podemos derrotar?, ¿Estado de excepción u operativos masivos? ¿Quién lo sabe? Yo no tengo la fórmula ideal. No la tiene el Gobierno ni la oposición. Tampoco las policías, ni los organismos de seguridad. Mientras no la tenga nadie, debemos seguir padeciéndola.
Bonito futuro… ¿no le parece?
