Mirella Latorre marcó hitos en radio y TV.
Como de rememorar se trata, habrá que anotar que en paradigmática trasmisión radial efectuada el 19 de agosto de 1922, nuestro país se convirtió en uno de los pioneros al emular la invención de Guillermo Marconi, impulsor del fenómeno comunicacional en Estados Unidos y Canadá. Fueron los talentosos ingenieros Enrique Sazié y Arturo Salazar autores de la hazaña al emitir ondas radiales desde la casa central de la Universidad de Chile en Alameda, hasta la sede de El Mercurio, ubicada seis cuadras hacía al norte. Es curioso: así como fuimos adelantados en radio, en materia televisiva, continentalmente, apenas superamos a Bolivia y Paraguay en el inicio audiovisual.
Realidad que con el correr de los años se convirtió en inspiración programática y maternidad de muchas estrellas de la pantalla. Por razones de espacio, obvio las producciones y me concentro en nombres.
“Raúl Aicardi es el mejor director de radio que existe”, enfatizó una vez en una entrevista Violeta Parra para referirse al creador del Canal 9 de la U. Y tuvo razón porque esa experiencia ganada trabajando para el micrófono, él la aplicó luego en las producciones televisivas. En el mismo canal, Adriana Borghero que venía de Cooperativa fue su brazo derecho. Al igual que Fernando Reyes Matta que hiciera sus primeras armas en Radio Minería.
Entre lectores de noticiarios, Pepe Abad debe ser el símbolo. Heredero de Juan Lehuedé leyendo El Repórter Esso en Minería, con el mismo estilo y simpatía saltó a las cámaras del Trece y del Nueve. Despidiéndose, apuntando con un dedo a la lente, se convirtió en uno de sus primeros ídolos. En igual rubro, José Miguel Varas, Esteban Lob, Mario Pesce, asimismo lucían pasado radial.
Raúl Matas es un magistral caso distinto. Consagrado con su Radiomanía, el Show Llodra y otros espacios, a mitad de los 50 luego de adquirir experiencia en la WRQL de Nueva York junto a Carlos Montalván, Llopis de Olivares, John Grez, pasó a la Madre Patria. Con su calidad y señorío la conquistó. Se vino a Buenos Aires a trabajar en TV y con tales conocimientos ingresó al equipo creador de TVN y a cautivar con Postdata.
Sergio Silva es otro de los monumentos. Brillante y ejemplar en las dos áreas. Con orgullo contaba que se había perfeccionado en el primer curso para locutores que en la década del 40 se hizo en la Universidad de Chile; formación que, a posteriori, sirvió para que a una hora fuera espectacular en Radiotanta y después la teleplatea los aplaudiera en las comedias, concursos y relatos deportivos. Imposible clausurar la columna sin mencionar a Mirella Latorre, verdadera majestad de micrófonos y cámaras. Hija del connotado escritor Mariano Latorre, en su juventud incursionó en el canto como Dixie Lane. Pero el micrófono le tenía reservado un sitial, transformándola en estrella del radioteatro nocturno junto a Emilio Gaete. Pareja imperdible cuando la radio mandaba en los hogares. La TV después la sedujo e hizo historia animando por la tarde programas magazinescos. A los profesionales que no alcancé a nombrar, y son muchos, pido disculpas.
