La serie de Neflix “Harry & Meghan” se convirtió en comentario obligado en todo el mundo y los principales medios de comunicación dedicaron largos análisis a su contenido. La mayoría criticó el enfoque que los príncipes dieron al documental, y para algunos fue simplemente un “lavado de imagen”. Nuestro medio no quiso estar ausente y pidió a Andre Jouffe, uno de los periodistas chilenos que más conoce del ambiente real tras cubrir por años la actividad de la alta sociedad y entrevistar a decenas de personajes de primera línea, que nos entregara sus impresiones. A continuación, el texto sobre los tres últimos capítulos de la serie exhibidos el jueves preparado por el prestigioso profesional en forma exclusiva para Cada Día Mejor.
Lo que muestra el episodio cuatro es el colmo del racismo. Al nacer Archie, el primer hijo de la pareja, un medio muestra una imagen de un chimpancé caminando entre Meghan y Harry.
El episodio, alude a la victimización de la mujer, el invento de disputas con su cuñada Kate y Harry acusa directamente de traición a su hermano porque esas falsas informaciones provienen de su oficina de prensa. Así se tiraban unos a otros brasas calientes.
El baby shower tan comentado de Meghan fue organizado y financiado por sus amigas norteamericanas y por eso tuvo lugar en Nueva York. De allí que la prensa fue muy injusta hasta criticar el avión privado que cruzó el Atlántico con la ex actriz.
Lo único rescatable de la reina Isabel fue proporcionar un lugar tranquilo para que Meghan tuviera unas semanas alejada de toda presión antes del parto.
Para Harry, constituyó una experiencia espantosa estar al otro lado de la pared de protección que gozaron casi todos los integrantes del palacio, menos Diana. Incluso los escándalos de la hermana menor de la reina Isabel, Margarita, fueron tapizados con un manto de ignorancia; sus fiestas y curaderas en la isla Misquito y su relación con un joven diseñador. También se ha arrojado un manto sobre Andrés y sus negocios de tráfico sexual y de David Linley, hijo de Margarita, y su súbita afición por la pederastia.
Ya en el capítulo quinto, el penúltimo, continúan los ataques a la prensa y a los abastecedores de falsas noticias: la pareja acusa a Palacio. La idea de radicarse en Canadá es abortada por la llegada del Covid, por el fin de los servicios de seguridad que disponían por cuenta del reino y por la oportunidad que les ofrece un norteamericano de color de establecerse en California. El padre de Meghan continua haciendo negocio con verdades y falsedades sobre su hija con muchas, fotos. Ahora, para trabajar para el reino como ofrecen, desde Canadá también queda en claro que para seguir beneficiándose del 1 por ciento del dinero público, es necesario cumplir con obligaciones es decir, abrirse a la prensa y tolerar las infamias. La pareja decide cortar con todo.
Siempre el blanco es ella, en circunstancias que paradojalmente 2.500 millones de habitantes de la Commonwealth son negros. Y ella pudo hacer mucho por la monarquía.
También se revela, a través de imágenes, las protestas que sufren otros integrantes de la realeza en sus visitas a países del Commonwealth, donde hay pancartas en las cuales se lee el reclamo de devolución de lo que les ha n robado y algunas son explícitas “Pidan perdón por lo que nos hicieron”.
La serie con sus flashbacks pierde agilidad. Entrega novedades en seis capítulos que pudieron resumirse en dos. Pero para los amantes de estos temas, calza justo.
Los dos últimos capítulos son siempre más de lo mismo. La ayuda de Thiery Tyler desde Estados Unidos, un hombre de color millonario y comprensivo, primero en Vancouver pero cuando las empalizadas para contener fotógrafos no sirven y comienzan a aparecer los drones y helicópteros, aceptan mudarse a California.
Allí viven seis meses sin ser descubiertos. Pero Megan, que tiene entre tanto un aborto espontaneo según Harry causado por las falsas noticias de los medios, se ha puesto en campaña para poner las cosas en su lugar. Merkle padre no ayuda mucho con la difusión de cartas intimas con su hija.
Harry a veces pareciera un espectador de la entrevista de Meghan.
No queda claro de que vive la pareja, hasta ese momento, si de Tyler o de un porcentaje de las fundaciones que crean.
Para concluir, un último largo bostezo sobre el momento que viven, la distancia con la familia real salvo con Eugenia, la hija de Sarah Ferguson y Andrés, que viaja a visitarlos.
Todo demuestras que viven felices, sin mucho que hacer salvo disfrutar la lejanía de los medios que se disculparon a regañadientes.
Con Meghan y Harry en Estados Unidos, se nota que ella se reprime bastante porque tiene un genio más agresivo del que conocemos, y Harry el padre que no tuvo aparece con sus hijos, siguiendo un poco la pauta de su esposa.
Si no hubiese una testa real de por medio, débil interés y contenido, salvo el racial y el acoso mediático. Nada nuevo bajo el sol.