Siempre en nuestra juventud tenemos sueños que esperamos con el tiempo cumplir. Muchas veces no los confesamos y los guardamos férreamente entre los secretos que nunca revelamos. Uno de esos es la casa propia.
Desde muy jóvenes, averiguamos las condiciones en que podemos adquirirla y vemos que cada vez es más difícil lograrlo. Por estas razones, muchas veces olvidamos este sueño y nos resignamos a pagar arriendo de por vida.
En la actualidad es casi imposible por el alto interés bancario. Además, hay que prepararse para pagar un dividendo durante 20 años. Pese a ello hay gente que se endeuda y con un préstamo y los ahorros que logra juntar, hace suyo lo que tanto deseaba, en un arreglo con una constructora o por el subsidio habitacional que otorga el Gobierno.
Lo que más indigna es ver cómo se les engaña y se les estafa con la vivienda que reciben. La casa o departamento se les llueve, tiene una mala distribución, con piezas muy chicas. Las paredes sufren el efecto de la humedad y de la construcción hecha con material inadecuado y en realidad la casa propia es un sueño, que tiene un triste y desilusionante final.
Como ejemplo, puede ver lo que sucede en Cerro Navia con un conjunto habitacional, que después de tres años está inhabitable.
Hay muchos otros casos similares, porque los pillos y los sinvergüenzas todavía no aprenden, que con los sueños no se juega.
¿No le parece?