NO HABLEN DE LO QUE NO SABEN
“Te fijas con han ido apareciendo los faranduleros con el Festival de Viña”, dice la señora Lela y agrega: “Ellos, que son expertos en frivolidades, empiezan a dar opiniones de cosas que no saben y las afirman con una autoridad que llega a irritar“. La prima la interrumpe: “Claro, ni siquiera saben quién impuso en el Festival la elección de la reina”.
La señora Lela argumenta convencida: “Déjame decirte, fue el periodista ecuatoriano, avecindado en Chile Guillermo Zurita Borja, quien antes había impuesto el premio “Laurel de Oro”, que se otorgaba anualmente a figuras del espectáculo. Este periodista, que trabajó en radio y en diarios como las Últimas Noticias, Clarín y La Cuarta, fue quién inventó esta distinción y la llevó adelante hasta su fallecimiento” (Nota: la cantante italiana Raffaella Carrá, en la foto, fue la primera reina en 1982).
La prima sonríe y le dice. “Ni siquiera se preparan estos expertos en nada”. Las dos ríen resignadas
UNA TRAGEDIA INESPERADA
“Cuando la banalidad y la frivolidad se acercan, con el Festival, nos llega una tragedia. Los terribles incendios de la zona sur”, le señala la prima. “Claro, vamos a estar cantando y sufriendo al mismo tiempo“, contesta la señora Lela y añade: “Este país da para todo, incluso para aquello”. “Te encuentro razón”, le dice la prima y le agrega: “Aquí se hicieron muchos festivales, este año, financiados por las Municipalidades, ya que eran con entrada gratuita”.
La señora Lela remata: “Son los mismos que después dicen que no tienen dinero para ayudar a su comuna. ¿Quién entiende a quién?”. NADIE, gritan las dos a coro.
Y LA VIOLENCIA HOSPITALARIA
“Muchas veces hemos sabido de personas que llegan a un centro de salud con emergencia y su atención es demorada. Ante esto, los familiares del enfermo recurren a la agresión y a la violencia, lo que no puede ser “, dice la prima. “ Y si la persona se muere, ¿quién responde? argumenta la señora Lela. “A eso yo no lo sé”, le responde la prima.”.
“Sabes, en este país nadie sabe nada y las cosas pasan y pasan y los problemas siguen sucediendo. ¡No hay salud!”. “Claro, que no hay, ¿o no te has dado cuenta?”, le afirma la prima, un tanto desganada.