EL SAQUEO DEL 18 DE OCTUBRE
“Es increíble los vándalos qué hay en nuestro país. El 18 saquearon lo que se les ocurrió”, le dice la prima a la señora Lela. “Es impresionante, sin duda, pero yo creo que a esto han cooperado demasiado los patos malos que han venido de afuera”. La prima la interrumpe: “No tengo ninguna duda que esos patos malos extranjeros han complicado a Chile. ¿Hasta cuándo con la postura del humanismo? El país está dañado, fracturado y dividido. Hay que recuperarlo con urgencia”. Las dos se miran y asienten con el típico movimiento de cabeza que reafirma sus intenciones.
¿QUÉ NOS PASÓ?
“¿De dónde y por qué este país cambió de un momento a otro? le señala la señora Lela a su prima y antes de que ella le responda, le agrega: “No se puede ir al centro tranquila, ni a un parque, ni al Estadio, ni a un restaurante, ni a nada. La gente está encerrada en sus casas, como en una cárcel. No puede ser”.
La prima le contesta alterada: “Este momento es increíble e inesperado. La gente honrada está arrinconada por la violencia y la maldad y nadie hace mucho por evitarlo. Todos hablan y hablan, pero no se ven soluciones concretas”. Hay un breve silencio y la señora Lela remata:
“Los chilenos somos muy buenos para hablar y muy malos para actuar”. La prima lanza una carcajada y dice: “Puchas que tenís razón Lela, siempre hablamos mucho y hacemos poco“.
UNA BREVE PAUSA Y VOLVEMOS…
“Pareciera que los animadores y animadoras de la TV, no supieran la labor que cumplen los comerciales en la programación televisiva”, le dice la señora Lela a su prima. “¿Por qué?”, le pregunta está desconcertada. “Porque siempre invitan a una brevísima pausa, es decir una pequeñísima lata y volvemos con el programa, que es lo que importa…y los que financian la transmisión, son los auspiciadores”. La prima la observa, cómo descubriendo algo que no sabía. “Sabes que tienes mucha razón, yo no lo había visto así…pero es cierto”. La señora Lela sonríe y dice: “Claro, ellos son los importantes y los avisos comerciales, que financian los programas, valen callampa. El mundo al revés”. La prima responde: “Y hay muchas veces que los comerciales son mejores que los programas”. La señora Lela se ríe y finaliza: “No sé si es para tanto”. Ambas ríen alegremente.
