Desde muy niño, mi familia me hizo entender que los compromisos que se contraigan, es indispensable cumplirlos. Pueden ser por contrato o de palabra, pero como sea es prioritario proceder a su cumplimiento. En caso contrario, cuando no sea posible tomar riesgos, es mejor no comprometerse en nada. Así los seres humanos van ganando credibilidad y seriedad en sus asuntos.
Resulta que el Presidente de la República, Gabriel Boric, no ha cumplido con lo que se comprometió en su campaña pública. Nadie lo obligó a hacerlo, pero se comprometió a varias cosas para lograr la Primera Magistratura de nuestro país. No ha cumplido con eliminar el CAE, ni la deuda histórica de los profesores, tampoco con eliminar las ISAPRES y las AFP etc. Hay muchas otras cosas que quedaron en el cajón de un mueble en La Moneda.
Muchos dirán que así es la política y otros responderán que a los principios valóricos no se les puede doblegaron nada. Tampoco ningún ser humano puede saltárselos, por razones éticas. Entonces, uno se pregunta, si lo hace el mandamás por qué no lo puedo hacer yo. Seguro que ahí aparecerán sesudos opinantes que expondrán diversas teorías y enunciados que permitan liberar al Presidente de esta obligación ética.
Nosotros, no lo vemos así. Pensamos que el cumplimiento de las acciones a que alguien se ha comprometido es impostergable, ética y moralmente hablando. Eso, según creemos, corre para todos. Del primer ciudadano al último. No hay ni debe haber excepciones al respecto.
Claro que hay que entenderlo, nos transmitieron estos principios desde nuestros padres a nosotros, que ya somos abuelos. A lo mejor, hoy existe otra cultura y otra posición con la gente que promete lo que no cumple. Es posible que la ética y los principios hoy sean otros y nadie los respete como antes. Aquí igual cabe el viejo dicho popular: “Para mentir y comer pescado, hay que tener mucho cuidado “.