No hay duda que estamos frente a una crisis habitacional. Hay muchas personas que viven en tomas o de allegados, porque no tienen una morada que habitar. Como cualquier ser humano tienen el sueño de la casa propia, pero esto cada vez es más difícil y casi imposible para muchos.
Es necesario reconocer que con la migración, han aumentado considerablemente estas expectativas y se han hecho más complejas. Los que postulan a un subsidio son tramitados por años y el Serviu y las constructoras actúan de manera implacable y muchas veces entregan viviendas mal edificadas y con problemas de electricidad y agua. Baste recordar lo que fueron las famosas casas COPEVA.
¿Qué se puede hacer en una situación tan compleja como la actual?
Es difícil acertar con una respuesta, pero primero sería bueno eliminar la burocracia y agilizar los papeleos que irritan a los postulantes, fiscalizar a las constructoras que se declaran en quiebra y luego aparecen con otro nombre, desalojar las tomas con las que no se llegue a acuerdo, intervenir las que están en terrenos privados y públicos, buscando soluciones y obligar a las constructoras a cumplir con los plazos, con multas para los intervinientes que no las cumplen y el dinero que se recaude, debe repartirse entre los que están en ese subsidio.
En fin, tantas cosas más para empezar y para que “los sin casa” sepan que el Estado está preocupado del tema y no le hace el quite, como a veces pareciera.
Por algo hay que partir.