La miro, la recuerdo y no entiendo lo que le sucedió
Antes fue un bastión de nuestra chilenidad. Por ahí pasaba el presidente Jorge Alessandri a visitar la Catedral. También adultos mayores y jubilados, recordaban sus tiempos de juventud. Era un sitio de encuentro, ya que muchas personas se citaban en este lugar emblemático.
Otros jugaban ajedrez, porque no había duda que era un sitio de esparcimiento y entretención. Previo a las elecciones, en esa plaza en la noche, los partidarios de las diversas tendencias discutían sobre el futuro del país, con pasión, pero con respeto.
Los domingos los habitantes del centro llevaban a sus hijos de paseo a esta plaza, mientras el Orfeón de Carabineros nos deleitaba con su música. Indiscutiblemente era un sector familiar de descanso y de placer.
¿La ha visto ahora? ¿La ha recorrido? Está llena de prostitutas, travestis, vendedores de drogas, cafiches que manejan la situación, asaltantes, de baja calaña y maleantes sin destino.
Uno se pregunta, ¿quién nos cambió la Plaza de Armas? Nadie y todos. Los que quisieron innovar o modernizarla, sin saber que las tradiciones no se tocan, porque si lo hacen las arruinan y pierden su valor. Todos lo que hoy la denigran con su proceder pecaminoso.
El daño ya está hecho. Ojalá se pueda reparar, aunque lo dudo.
Y a usted, ¿qué le parece?