La Societá Mutuo Socorro de Italia, fundada en 1880, de avenida Vicuña Mackenna, fue el mágico escenario. Hace unos días asistía a un almuerzo de fin de año de Los Eternos del Básquetbol, cuando de repente detrás de un árbol. No, ¡Perdón! ¡Me equivoco, esa frase es de La balada para un loco que canta Goyeneche! De improviso, junto a la barra del bar me encuentro con El Principito. ¡Sí! El mismo actor que encarnó el maravilloso personaje de Antoine de Saint-Exupéry en la versión televisiva chilena que, en 1965, para Canal 9 de la U, dirigió Francisco Huaso Jara en la colmena mayor de Chile Film:
–Cuando me seleccionaron para interpretar al niñito que dialoga filosóficamente con el aviador en el desierto del Sahara, debido a que su avión había sufrido una avería, yo tenía trece años, confiesa Osvaldo Puccio Huidobro y añade: En la producción también actuaron Alonso Venegas y Marcelo Gaete que, entiendo, vivieron el exilio en Costa Rica.
¡Quién iba imaginar que ese actorcito después sería ministro de Ricardo Lagos, embajador en Austria, Brasil, España y que por su condición de política socialista, también debería soportar el exilio!
¡Qué afortunada reunión! Afloraron los recuerdos. La esforzada producción: ¡Incluso metieron un aeroplano en el estudio! Corresponde a los tiempos heroicos y románticos de la TV universitaria. Aquella que se fabricó con ingenio, sacrificio, clavos, alambres y monedas colocadas en las cámaras para que produjeran imágenes. Nada que ver con los tiempos actuales en que las nuevas generaciones nacieron con una cámara digital en la mano, producen las películas que se les antojan y se pasean por las nubes digitales. Carlos Fredes era el director de Canal 9 en días del montaje de El Principito. Las transmisiones eran en directo. Inexistentes las grabadoras. No había espacio para equivocaciones. Mente, vista, dedos, una sola herramienta. Todo debía salir a la primera.
En medio de las variadas producciones culturales: ballet, conciertos, coros, jazz, folclore, televisión educativa e infantiles, el arte dramático era preponderante. La voz de las facultades se escuchaba. Un acuerdo con el prestigiado Ituch permitió que cinco obras fueran llevadas a la pantalla. Junto al ya señalado Principito, a Miguel Littin correspondió realizar O’Higgins basado en texto de Fernando Debesa; Sergio Riesemberg hizo Mocosita de Armando Moock; Charles Elsseser adaptó El socio, de Jenaro Prieto. Yo tuve la satisfacción de dirigir La viuda de Apablaza, escrita por Germán Luco Cruchaga y elenco encabezado por los inigualables Carmen Bunster, Mario Lorca y en el elenco Nelson Villagra, Patricia Larraguibel, Ángela Escámez, Jorge Boudon, Ramón Sabat. Al agradecer a Osvaldo Puccio y El Principito su amabilidad motivadora de estos brincos azules a hogaño, permítanme que los extienda a la rectora de la Universidad, doctora Rosa Devés Alessandri y Alicia Scherson Vicencio, directora del flamante canal UChile TV que, en días pasados, junto a Diana Sanz y Patricio Bañados, me distinguiera como uno de los pioneros de la estación iniciadora de sus programas en nuestra Escuela de Ingeniería de avenida Blanco Encalada. Muchas gracias.