La población está agotada de esperar alguna solución al problema de la delincuencia. Muchas reuniones, mesas de trabajo, comisiones y discusiones para superarla, pero en la práctica y en el día a día de la calle, da la impresión que todo sigue igual.
La gente no se siente escuchada, piensa que sus problemas no le preocupan a la autoridad y no le inquietan como debiera. Por lo mismo, se siente desprotegida y desamparada, lo que resulta tremendamente preocupante. El 70 por ciento de los llamados al teléfono de denuncias, son “pitanzas“. Es decir, mientras unos sufren con el delito, otros se divierten con lo mismo.
Nos resulta imprescindible una acción notoria y definitiva contra la delincuencia, ya que hoy no se respeta nada, ni siquiera las compañías de Bomberos, como ocurrió en San Antonio. Pareciera que nada ni nadie está a salvo de esta malévola situación, que hasta el momento ha sido incontrolable.
La autoridad no se impone y todos estamos en riesgo, ayer, hoy y mañana. ¿Quién realmente se siente seguro en un país así?
Nosotros no… ¿y usted?