Pareciera que no tenemos la capacidad para hacer volver nuestro país a la normalidad. En poco tiempo, perdimos mucho de lo que teníamos, sin siquiera darnos cuenta.
Hoy nos encontramos invadidos por carpas y viviendas ilegales, por tomas de terrenos que crecen desatadamente, por el comercio ambulante que al ser fiscalizado, se enfrenta a carabineros y a los funcionarios municipales, con golpes y agresiones incalificables, por cocinerías que nos ofrecen todos los riesgos de salud posibles y por una delincuencia creciente, que ha desbordado los espacios públicos.
La migración descontrolada ha permitido que muchos maleantes extranjeros se hayan afincado en nuestro territorio, a hacer de las suyas. Sin duda, con la colaboración de la delincuencia chilena que siempre está dispuesta a concretar sus fechorías y saltarse la ley.
El panorama es desalentador y deprimente. Desgraciadamente las soluciones no llegan, porque tampoco es fácil.