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Personajes televisivos y poder político

por | Jun 18, 2023

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Cada jornada que pasa se acentúa más la relación entre figuras emergidas de la televisión y la gobernanza (¡está de moda!) de los países. La desaparición de Silvio Berlusconi es un ejemplo: ausente su empresa comunicacional Mediaset, difícilmente se habría convertido en Il Cavalliere número uno de la península itálica; tampoco Donald Trump, enjuiciado ahora por cargos federales, hubiera mandado en la Casa Blanca sin la popularidad alcanzada antes como conductor de concursos televisivos; ¿un Volodimir Zelenski, enfrentando al poderoso Putin, sería posible careciendo de la experiencia artística ganada en la pantalla ucraniana?

Mirando el otro día a Miguel Littin en la tele, me vino a la memoria el trío mencionado. Y, lógicamente, afloraron los recuerdos.

Cuando éramos jóvenes y trabajábamos en el Canal 9 de la Universidad de Chile, el después internacionalmente famoso director de cine, ¿pensó que, al cabo de sesenta años llegaría a jurar como presidente del Consejo Constitucional encargado de redactar las leyes que conducirían Chile?  Puedo equivocarme, pero creo que no.

A comienzos de los ’60 nuestras mentes, aun teniendo conciencia social desarrollada, apuntaban más a las realizaciones audiovisuales: programas, películas, documentales. Tampoco que, especulo, el realizador de El Chacal de Nahueltoro, filme que lo proyectó a la fama, haya discurrido entonces que en junio de 2023 integraría la Comisión de Derechos constitucionales junto a representantes derechistas y marxistas.

El tiempo vuela mucho más rápido de lo deseado. Retrocedo y observo a Littin junto a nuestro dire Alfredo Lamadrid, Douglas Hubner, Jorge Guerra, Pancho Soto y una docena de modelos integrando una fila en el estudio del Nueve en Chile Films. También integro la troupe. Se trata de un programa  experimental de Helvio Soto. El ejercicio consistía en mirarse, pasar papeles, tocarse, chocar manos mientras la cámara paneaba. Al final nadie entendió nada.  Parodiando al célebre director italiano, Fellini 8 y medio bautizamos al producto, como se hacía en directo, por fortuna, no quedó huella.

 ¿Alguien sabrá que en 1963 se creó la primera Asociación de Trabajadores de  Televisión?

Por supuesto, nadie. Locura de muchachotes de las tres estaciones  existentes, lo hicieron posible: el santiaguino de la U y los dos de la Pontificia UC. El destino quiso que yo fuera su presidente; Arturo Nicoletti por el Dos y Eduardo Gandulfo de Valparaíso, los vices. Entusiasmados, hasta realizamos una asamblea a orillas del mar. El gran objetivo era conseguir la dictación de una Ley de Televisión; hasta ese momento se funcionaba merced a un decreto firmado por Carlos Ibáñez del Campo en 1958, previo a dejar la presidencia.

Al año siguiente, con mayor experiencia, volvimos a la carga.  Miguel entre los dirigentes. Estaban de actualidad las protestas europeas haciendo sitting. Los imitamos; cantando, gritando consignas, invitando al público, sentándonos cada veinte metros hicimos una marcha que empezó en la Casa Central de la U y finalizó en el Congreso. A la bulla, los honorables se vieron obligados a recibirnos. Al principio nos trataron desdeñosamente; como jóvenes idealistas, inexpertos, inmaduros. Fue el instante en que Littin les paró el carro: golpeó la mesa, alzó la voz e hizo bajar el tono a los congresales.

Ese año no salió la Ley de TV; sólo se logró con Eduardo Frei Montalva, al término de su período presidencial, en octubre de 1970. Sin embargo, para mí, fue la ocasión en que descubrí que Miguel Littin no sólo  poseía talento cinematográfico, sino que le sobraban agallas para ser dirigente político.

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Por Toño Freire
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