La utilización de este tipo de pigmentos puede contribuir al ahorro energético al reducir la necesidad de usar aparatos de aire acondicionado. Además, al evitar el calentamiento de edificios y vehículos, combaten las llamadas “islas de calor urbano”, zonas de la ciudad en las que existe una mayor temperatura que en sus alrededores. Sin embargo, sus aplicaciones no terminan ahí. Los científicos han planteado la posibilidad de utilizar ventanas teñidas de azul egipcio, en cuyos alrededores podrían instalarse células fotovoltaicas que aprovechen la energía reflejada para generar electricidad.
A veces no hace falta buscar en los laboratorios más sofisticados del planeta para encontrar soluciones a los retos energéticos, tecnológicos o medioambientales. Por ejemplo, volver la vista atrás hacia uno de los grandes imperios de la Antigüedad, el egipcio. Concretamente, hacia uno de sus pigmentos más preciados: el llamadoazul egipcio, que se utilizaba para representar a sus deidades y figuras de alto nivel. Pero, ¿qué tiene de particular aparte de su vistoso colorido? Pues se trata de un pigmento basado en silicato de cobre y calcio que, de hecho, se considera el primer pigmento sintético de la historia. Y ahora ha vuelto a la vida con una innovadora aplicación: el enfriamiento de infraestructuras gracias a sus propiedades fluorescentes.
El azul egipcio es capaz de absorber la radiación solar y reflejarla en forma de radiación infrarroja. Este hecho ya se conocía desde hace tiempo, sin embargo, una nueva investigación tecnológica ha puesto de relieve que su eficacia es mucho mayor de lo que se creía. De acuerdo con investigaciones recientes de los científicos del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley (EEUU), este pigmento emite casi el 100% de los fotones que recibe en forma de radiación infrarroja, lo que supone una eficiencia energética del 70%, ya que los fotones correspondientes a la región del infrarrojo contienen menos energía que los fotones del rango visible. El resto de energía se disipa en forma de calor.
La utilización de este tipo de pigmentos puede contribuir al ahorro energético al reducir la necesidad de usar aparatos de aire acondicionado. Además, al evitar el calentamiento de edificios y vehículos, combaten las llamadas “islas de calor urbano”, zonas de la ciudad en las que existe una mayor temperatura que en sus alrededores. Sin embargo, sus aplicaciones no terminan ahí. Los científicos han planteado la posibilidad de utilizar ventanas teñidas de azul egipcio, en cuyos alrededores podrían instalarse células fotovoltaicas que aprovechen la energía reflejada para generar electricidad.