¿Para qué negarlo? ¿Es un pecado acaso? ¿Somos cobardes al reconocerlo? Queremos más protección, afirman por la TV, todos los ciudadanos que han sufrido el peso de la delincuencia.
Se insiste en que faltan carabineros, que la protección de la policía es escasa, que Paz Ciudadana y los Guardias Municipales no son suficientes y que cada día aumentan más los delitos y la gente que los padece.
Ante este desolador panorama, la autoridad se mantiene y continúa intentando soluciones distintas a las que se necesitan. Es el momento, creo yo, de proteger los lugares críticos con Fuerzas Armadas y liberar una cantidad importante de carabineros, que son necesarios para detener la delincuencia, reducir los vendedores ambulantes (que ya se tienen tomado el país) y lograr que la gente se sienta escuchada y protegida.
Entendemos las razones ideológicas que lo impiden, pero en momentos como los que estamos viviendo, hay que recurrir a lo que permita una solución o el camino a ella.
Tenemos la sensación que la autoridad no tiene la misma percepción de la delincuencia que la población, porque no está en la calle y goza de una seguridad especial que los defiende en todo momento. La realidad es otra y la siente y la padece diariamente el ciudadano común, que se enfrenta a delincuentes que están organizados y que imponen el terror para robar autos, asaltar negocios establecidos o traficar la droga, eliminando a quien intente detenerlos.
Así, uno tras otro, suma y sigue y el delito no se detiene y se multiplica. Estamos en otro país y desgraciadamente muchos no se dan cuenta.