El golpe “bajo el cinturón” a los canales de Francisco Vidal
Únicamente los desastres provocados por lluvias con ventarrones, más las deficientes soluciones de la empresa ENEL, sacaron del centro noticioso las declaraciones de Francisco Vidal ante la comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, vinculadas con las responsabilidades de Televisión Nacional y las de los canales privados que conforman el audiovisualismo abierto: expresión informativa y de entretención que a pesar de la TV Cable y el streaming de múltiples ofertas sigue acaparando la atención de la opinión pública.
Sin que nadie lo esperara, citado para exponer acerca de nuevas formas de financiamiento para la red territorial, el director y profesor de historia, argumentó frente a los parlamentarios que “(…) no tener televisión pública en el ecosistema de medios de televisión implica que los chilenos se informen por grupos económicos como Luksic (Canal 13) o Heller (Mega)”. Quienes asocian sus apellidos con las grandes mineras o el negocio del retail, quedaron lelos. No esperaban el golpe bajo el cinturón. Mal que mal, ellos también cierran sus balances anuales en rojo.
E igual debe haber ocurrido con los yankees arranchados en las otrora prósperas dependencias Machasa de la familia Yarur que, hace décadas, colgaron los telares textiles optando por las cuentas y préstamos bancarios. Para ellos, las flores de Vidal fueron: “(…) o por unos gringos que andan circulando en Chilevisión y andan cambiando de propiedad”. Bien informado, con estas últimas palabras, Pancho debió referirse al posible traspaso de la señal azul, alguna vez universitaria, a una poderosa cadena argentina.
Dejando de lado las lógicas protestas de los empresarios televisivos que, en su defensa, hablaron hasta de odiosidad inexplicable y denostación gratuita del prestigiado miembro PPD hacia quienes producen sus programas, lo cierto es que, históricamente, la señal estatal ha vivido en sobresaltos económicos. Baste revisar su nacimiento para constatarlo. Es más, creo que sus falencias económicas siempre han estado unidas a un nacimiento basado en falsedades.
Me explico: fue en octubre de 1970, a horas de abandonar La Moneda que Eduardo Frei Montalva firmó el decreto de su creación. Para justificarlo, en forma astuta, artera, se impugnó que los canales universitarios (de la U, UC, UCV) al cabo de una década habían fracasado en su misión de educar, informar, entregar cultura, y que, en consecuencia, desde esa fecha, el emergente canal, controlado por la Democracia Cristiana, asumía aquella noble misión. Indudablemente, la crítica carecía de fundamento. Recurriendo a una fórmula mixta, (univercial: universitaria-comercial) los canales sobrevivían constituyendo un fenómeno alabado en América. Además producían variados espacios pedagógicos y culturales.
Era evidente entonces que el nacimiento de TVN obedecía a objetivos políticos. La DC, demostrando que la ambición por el poder no tiene límite, ya desde hace un par de años controladora de la nueva estación, en un acto de audacia, al redactar la nueva Ley, la 17.373, incluyó un artículo afirmando que el objetivo esencial de la nueva red sería netamente educativo y que se transformaría ¡en la principal del continente latinoamericano! Nada de shows ni farándula. ¿Mentían conscientemente? ¿Quién les vendió esa idea? ¿De adónde sacarían financiamiento para tan ambicioso proyecto si ya las elecciones las había ganado Salvador Allende? ¿Su verdadero objetivo político era desestabilizarlo por las pantallas?
¿Ven como desde un comienzo todo fue nebuloso para la red nacional? Incluso, estimo que la conformación de su directorio merece reparos. A él referiré la próxima columna.