La gran mayoría de la ciudadanía tiene la sensación que las cosas no se hacen y esto es, porque todo se demora mucho. Demasiado. Las cosas se entraban y se complican innecesariamente y cuando las determinaciones se llevan a cabo, muchos incluso ya ni se acuerdan del hecho que las provocó.
Por estas y otras situaciones, la gente se siente desprotegida, atemorizada y tiene la sensación que no es escuchada ni socorrida. El narcotráfico se impone y contagia a muchas personas decentes que se convencen que el dinero es lo más importante y que da lo mismo cómo conseguirlo. Lo que importa, es tenerlo.
Así y con esta discutible lógica, la sociedad se va corrompiendo y el crimen, el apropiarse de los bienes ajenos, el eliminar para siempre a quienes se oponen a sus deleznables intereses y el imperio de la droga se imponen.
Eso sucede en nuestro querido Chile. Además, de que todo tiene tanta demora que da la impresión que el victimario tiene más garantías que la víctima.
¿Y la gente honrada? Se encierra en sus casas, no concurre como antes a los espacios públicos, anda atemorizada, cuando sale a su trabajo, no sabe si va a volver y muchas cosas más, que nos ha convertido en un país caro, con alta inflación, peligroso y sin la tranquilidad necesaria para desenvolverse.
Una lástima lo que sucede en nuestro territorio, donde sigue el problema de La Araucanía y la migración descontrolada en el norte. De esto tiene culpa la izquierda y la derecha y todos los políticos inoperantes que cobran sueldos envidiables y se preocupan principalmente de temas que no le interesan a la población, postergando los que requieren suma urgencia.
La delincuencia y el narcotráfico hay que combatirlos ahora, mañana puede ser demasiado tarde.