La muerte de Tommy Rey impactó en el alma popular. El país se conmovió y volvió a entonar los ritmos populares que el afamado cantante impuso y logró masificar.
Hombre sencillo, reservado, sin poses ni fachadas artificiales a que son tan adictos algunos intérpretes de la canción. El público lo quería y lo demostró en su despedida final.
De la boca de sus seguidores brotaron espontáneamente “Daniela”, “La Peineta”, “La parabólica” o “Un año más” y se repitieron incansablemente con una mezcla de pena e impotencia, difícil de describir. “Son 15, son 20, son 30. 40, 50 ,60. No importa los años que tienes, es el tiempo el que no se detiene”.
Se ha ido una buena persona, un artista destacado y quitado de bulla, ajeno al escándalo y a los comentarios faranduleros. Un hombre de bien, como hay pocos y a los cuales es muy difícil encontrar en nuestro tránsito por la vida.
Que descanse en paz este cantante que nos hacía bailar y alegrarnos, aunque no tuviéramos razones para ello. Esa es la magia que poseen los verdaderos artistas.