La política está presentando su nuevo y último show. Descalificaciones van y vienen. Del pasado, del presente y del futuro.
Todos hablan y llaman al diálogo y siguen peleando y discutiendo por cosas que a la ciudadanía no le importan ni le interesan. Todos tienen la razón y la verdad absoluta y nadie cede mucho. Al contrario. ¿Para esto los elegimos? Nosotros no. ¿Y usted qué piensa?
Ellos quieren ser reelegidos y para eso, hay que aparecer en la televisión y decir cosas que parezcan inteligentes, que los hagan destacar.
Lo que usted piense, no interesa por el momento. Tres meses antes de la elección, se preocupan de aquello y prometen lo que no van a poder cumplir. Es un show eterno que no tiene final.
¿Qué se puede hacer? No mucho, desgraciadamente. Casi nada. Las encuestas señalan con cierta precisión, lo que demandan los chilenos y no se hace. La delincuencia sigue en alza, mientras las pensiones duermen el sueño de los justos y la salud y la educación no solucionan sus problemas. Y así suma y sigue.
La pelea chica no sirve, no nos lleva a nada. Las ideologías tampoco. Lo que importa son los problemas de la gente, los que afectan su diario vivir. Para ser precisos, no es toda la clase política la que camina por el sendero equivocado, pero si la mayoría. Hay excepciones, pero son las menos.
Y el show sigue con lo más inesperado que usted imagine. Ojalá termine pronto y hagamos de este país lo que algún día fue.
¿O no, dice usted?