Me cuenta alguien que hay un muchacho joven que vende muchos discos y que nadie toma en cuenta. Pido detalles y me interiorizo en el tema.
Es cierto y llamo a los encargados de “Cuánto vale el show?” y les digo que lo integren la siguiente semana de jurado invitado.
Ese día voy al estudio y lo conozco. Su nombre artístico era Zalo Reyes. Eran los tiempos de Teleonce.
Posteriormente, cuando en TVN anunciaron que el programa satélite del Festival de Viña lo animaría Julio Iglesias y se realizaría en un yate espectacular, constituyendo una siutiquería más, tan propia de aquella época.
Cuándo supimos esa noticia, pensamos cómo competir con ese programa y después de darle algunas vueltas, creamos “El Festival en bote”, con la animación de Zalo Reyes. Llevamos a artistas populares y les servíamos almejas con vino pípeño Zalo estuvo a la altura y empezó ahí a romper su timidez, tan propia de los muchachos humildes.
Después lo entrevisté en más de una oportunidad y compartimos en algunos eventos. Era muy divertido e ingenioso.
Al partir, nos deja una enseñanza imposible de evadir. Cuando quieres lograr un objetivo, algo que te propongas con decisión, nadie ni nada te va a detener. Ni las clases sociales, ni los apitutados de siempre, ni siquiera los de intereses creados.
Ese es el verdadero legado de “el Gorrión de Conchalí”. No una canción que por lo efímera, se la va a llevar el tiempo. Es más que ello. Es la historia de un muchacho vulnerable y humilde que derrotó a la vida y a sus propios defectos, sólo porque se lo propuso y salto barreras, cosa que no todos logran y que la mayoría ni siquiera es capaz de intentarlo.
NOTA: Las fotografías corresponden a la promoción del programa El Festival en Bote, animado por Zalo Reyes en Teleonce.
Teleonce

