No cabe duda que reír es un agrado. Todos lo disfrutamos. El humor es fundamental en la existencia de los seres humanos y eso lo sabemos todos. Ahora, los entendidos lo clasifican y nos dicen que hay humor negro y humor blanco, fijándose básicamente en el doble sentido. También existe la ironía, la imitación, el humor espontáneo, el fabricado (los chistes), el que desafía a la autoridad o a lo establecido y el que provoca la realidad misma, el diario vivir.
No olvidemos el viejo precepto que nos señala “castigad ridendos mores” (solo se castigan las costumbres, riéndose de ellas).
Pese a ello, hoy parece fácil transformarse en humorista o comediante, como les gusta que les llamen. Muchos parecen ignorar que hacer reír es uno de los oficios más complejos que existen y al que hay que dedicarle mucho tiempo de observación para conformar las rutinas, muchas horas de ensayo y demasiado trabajo de preparación para concretarlas. Además del perfeccionamiento de la idea para hacerla fácil, directa y convincente.
Hoy nos enteramos por la televisión de la aparición de nuevos humoristas, algunos sin ninguna condición y sin ningún futuro, aunque según dicen ellos, llevan varios años en la actividad. Sería bueno recordarles que no es fácil hacer reír.