Es una realidad que en la política se vive peleando, discutiendo, recordándose inconsecuencias y errores, descalificándose, enrostrándose actuaciones pasadas que ya debieran estar superadas y tantas otras pequeñeces, que tienen a la ciudadanía aburrida de que sus problemas no tengan solución, mientras los políticos siguen en la pelea chica, pedestre y latera.
Ahora, nos aproximamos a un nuevo frente de disputa: La Constitución.
Los ciudadanos se van a dividir entre los que están por el apruebo y los que están por el rechazo del texto que propone la Convención Constitucional.
Vendrán las polémicas, los insultos y los inevitables fanatismos. Un acto que debiera ser serio y ceremonioso y donde cada persona debiera ejercer su derecho a decidir, seguramente terminará con marchas y violencia.
Ojalá que nos equivoquemos, pero tomando en cuenta situaciones anteriores, nos entra la duda.
Sería mejor, que pasado lo del documento constitucional, nos dedicáramos a trabajar por un Chile más grande y más próspero, que al final es lo que todos queremos. ¿No le parece?