Lentamente y con absoluta impunidad, se ha ido levantando un país ilegal dentro de nuestro territorio. Ese es “el país de las tomas”. Hay muchos habitantes que se han instalado en terrenos que no les pertenecen y han construido sus viviendas…para vivir o veranear y, lo que es peor, se niegan a devolver lo que no les corresponde.
Algunos han comprado esos terrenos a gente inescrupulosa que les ha vendido, sin ningún documento que avale la legalidad de la operación. El Chile ilegal crece día a día y la tramitación para evitarlo es larga, tediosa y compleja, lo que nos hace pensar nuevamente que en variadas situaciones, se favorece más al victimario que a la víctima.
Esta compleja situación ha aumentado en el último tiempo en un 700 por ciento y cada vez va a ser más difícil solucionarla. Además, es diferente el problema si el sitio es fiscal o pertenece a privados. Otro hecho que complica a los dueños verdaderos que tienen en esas tierras una inversión.
De repente, en este país las cosas funcionan al revés y nadie ni nada ayuda a solucionar los problemas. Al contrario, cada vez todo se complica más.
¿Es tan difícil respetar y hacer cumplir las reglas de convivencia mínima en una sociedad moderna?
El Chile ilegal no entiende un concepto mínimo: “lo que es mío, no es tuyo…como también lo que es tuyo no es mío“.
Es simple, pero hoy nadie entiende lo que no quiere entender y así seguimos viendo crecer un Chile ilegal, dentro del país que tanto queremos.
Detrás de cada inversión, hay un esfuerzo, un trabajo o un sacrificio familiar, que debemos respetar y aceptar, aunque no nos guste. Son las leyes de una convivencia sana y próspera. No conozco otras.
