Es increíble, pero los despiadados incendios que han azotado diversas regiones de la zona centro y sur de nuestro país, han permitido descubrir al ser humano en toda su profunda dimensión.
Unos cooperan desinteresadamente con trabajo, con ropa, alimentos, dinero y todo lo que sirva para superar la emergencia. Otros, se han aprovechado de la situación para robos, asaltos y demostrar que la delincuencia no se detiene ante nada, ni ante nadie. La bondad se enfrenta con la maldad, sin intermediarios. En ella, se retrata a las personas en toda su grandeza y en su terrible pequeñez. Unos ayudando y otros perjudicando.
Pareciera que Santos Discepolo, creador del tango “Cambalache”, tenía lamentablemente razón cuando advirtió, décadas atrás: “Los inmorales nos han igualado“.
Desgraciadamente, nosotros “no lo pescamos ni en bajada”, como diría un joven que no sabe que es “Cambalache” y mucho menos quién fue Santos Discepolo. Aún más, si le quieres explicar, te va a contestar con el famoso “no estoy ni ahí“.
Al mismo tiempo de las cosas que nos separan, existe un choque generacional inevitable. Esto coayuda a tener un país dividido, fragmentado, fanatizado y donde unos descalifican a otros, demostrando que sigue reinando la intolerancia y la intransigencia.
Como diría musicalmente el bohemio compositor citado, “lo mismo un burro que un gran profesor”. Y no hay más.