La tecnología es un elemento que puede ser de gran utilidad, pero también convertirse en un arma de doble filo. Es lo que parece suceder con el escándalo de evidente corrupción en la Región del Biobío con las grabaciones telefónicas de sus principales protagonistas.
Sexo. Era el elemento que le faltaba a la trama que desde hace semanas ya se vive en la Región del Biobío por la adjudicación de dineros públicos a una entidad privada para ejecutar programas de dudosa relevancia para los beneficiados.
Resulta ahora que gracias a las grabaciones hechas por uno de los participantes del triángulo, Matías Godoy, que está en medio de una tormenta perfecta, se supo que Camila Polanco y su expareja Sebastián Polanco, los otros dos lados del triángulo, vivieron un episodio de violencia física durante una reunión destinada –aparentemente- a buscar una salida a su crítica situación. Según Godoy, Polanco acusa a Camila de haber mantenido relaciones sexuales con una persona del GORE para conseguir la adjudicación del proyecto. La reunión terminó con el llanto de la mujer, según la versión de Godoy, cuya amistad con Polanco data de años.
Cabe recordar que Matías Godoy fue el personaje que hizo estallar el escándalo en el Gobierno Regional, al autodenunciarse ante la Fiscalía por el mal uso de 250 millones de pesos percibidos por el trío a través de una fundación arrendada a un tercero, y cuya arista más mediática fue la aparición de boletas de restaurantes y compra de ropa interior de mujer.
Camila Polizzi dice que está amenazada de muerte, Polanco afirma que Matías era parte de este proyecto, y que busca eludir sus responsabilidades. Sabía muy perfectamente lo que estaban haciendo. Y Godoy retruca que la tarjeta para manejar el dinero la tenía Polanco. Aquí está claro: alguien (o más de alguien) miente.
Esta telenovela de corrupción no ha terminado.
