Cuatro edificios construidos en un lugar que era santuario de la naturaleza están en claro peligro de no volver a ser habitables por sus propietarios o arrendatarios. Al parecer, este es un ejemplo de lo que ocurre cuando el lucro predomina sobre todo.
Fueron levantados en dunas por empresas inmobiliarias cuya finalidad es el lucro y ahora solamente queda investigar cómo obtuvieron los permisos, quiénes fueron los ingenieros calculistas (si los hubo) que firmaron los planos e identificar a los responsables municipales que aprobaron los proyectos. Sin olvidar a las autoridades y técnicos del Ministerio de Obras Públicas que instalaron un ducto para aguas lluvias a todas luces, dadas las consecuencias a la vista, inadecuado.
Sin ser detectives ni fiscales, estamos frente a un hecho que huele a fraude. Se vendieron los departamentos con todos los antecedentes correctamente tramitados. Sin embargo, el origen es fraudulento: no se puede construir un edificio entre dunas, pero el afán de lucrar al parecer fue más poderoso, llegando a la codicia.
Entonces nos encontramos frente a una situación que de llegar a fondo podría arrojar falencias en las disposiciones legales vigentes, que deberían ser corregidas a la brevedad.
Hasta el momento los daños son esencialmente materiales, pero nada permite asegurar que en un futuro nuevos socavones podrían poner en riesgo la vida de muchas personas. Sin duda que es la razón principal por la cual los cuatro edificios directamente afectados fueron evacuados.
Las autoridades mantienen el monitoreo del sector, ante el posible riesgo de derrumbes. En La Moneda, se le consultó al ministro de Viviendas, Carlos Montes, sobre esta situación y fue enfático: “Se construyó en lugares donde no se tenía las condiciones o no se construyó con las suficientes condiciones para que vivieran seres humanos”.
En el matinal de Canal 13, el gobernador de la Región de Valparaíso, Rodrigo Mundaca, abordó la emergencia y la posibilidad de que las torres sean demolidas.
“Es una decisión que tiene que tomar la autoridad comunal, pero si usted me pregunta si hay que demoler para colocar en la centralidad la protección de la vida de las personas, hay que demoler”, dijo.
“Hay temas que son muy estructurales y que tiene que ver con la imposibilidad de poder construir desarrollo inmobiliario de esta naturaleza sobre ecosistemas que se encuentran absolutamente fragilizados. Estamos hablando de edificaciones que se edificaron sobre un campo dunar que era santuario de la naturaleza”, agregó.
En síntesis, las autoridades tienen claro el origen del problema. Está por verse si las correcciones se realizan o la naturaleza volverá a ganarle a la codicia en un futuro no muy lejano.