La justicia le advirtió a las ISAPRES que no podían realizar los cobros que estaban haciendo, pero estas no escucharon y continuaron con estas tarifas ilegales. Posteriormente, al llegar todos estos antecedentes a la Corte Suprema, el máximo tribunal falló a favor de los afiliados y ordenó que se le devolvieran los dineros cobrados en exceso a las personas que integraban las ISAPRE. Mil cuatrocientos millones de dólares era la cantidad que se había cobrado abusivamente, pero después vinieron los lobby, los arreglines, las cuchufletas y los informes técnicos, que hicieron que la cantidad de dinero empezara mágicamente a bajar (va en 451 millones de dólares). Ahora se habla de las mutualizaciones y otros inventos y al final, la deuda y la estafa ya no existirán. Al contrario.
Seguramente las empresas que comercian con la salud, saldrán indemnes y los afiliados burlados, una vez más. Qué descaro, qué falta de respeto y que atropello a la razón. Como siempre, el perjudicado es el honrado trabajador y el favorecido, la empresa que comete la estafa.
¿Hasta cuándo se va a perjudicar a las personas que cumplen sus compromisos honradamente y favorecer a empresas que se ríen de las disposiciones vigentes y terminan haciendo lo que se les ocurre?
Esta es una pregunta que no tiene respuesta.
Equipo CDM