El país estaba ilusionado con la participación de nuestra Selección de Fútbol en la Copa América.
Hay tan pocas cosas en la actualidad con las que uno se puede ilusionar, que esta es rescatable. El grito de Chile, Chile, Chile, inundó nuestro territorio. Todos unidos,
sin derechas ni izquierdas. Sin demagogias ni ideologías. Sin necesidad de descalificaciones ni ataques arteros. No, al contrario. Todos juntos en torno a un objetivo común. Sin diferencias ni situaciones odiosas. Así debiéramos enfrentar la vida y sobre todo el destino de nuestro querido país.
Desgraciadamente nos diluimos en contiendas pequeñas y tratando de imponer nuestras ideas como verdad absoluta, además de algunos fanatismos que hoy parecen absolutamente ilógicos.
¿Por qué no nos unimos y levantamos el Chile que tanto queremos? ¿Por qué lo podemos hacer con el fútbol y no con nuestra Nación? ¿Que nos impide conocernos, entendernos y unirnos para lograr lo que todos queremos? Las preguntas sin respuestas.
Si en el futbol todos somos chilenos de corazón, ¿por qué no lo podemos lograr, en otras áreas? Por lo menos debiéramos intentarlo con una mirada distinta, plena de humildad y respeto por los demás y por el país que tanto queremos.
Así, quizás, podríamos reconquistar la ilusión perdida.