¿Qué paso que la delincuencia nos dobló la mano?
Dice el tango y los chilenos lo bailamos aunque no sepamos los pasos del 2 por 4. Nos obligan a bailarlo las circunstancias, los hechos, la vida.
No nos imaginamos nunca que nos íbamos a encerrar en nuestras casas a las 19 horas por miedo a la delincuencia desatada que nos provoca y nos amenaza. Que solo íbamos a ir a restaurantes a la hora de almuerzo, provocando además un deterioro económico a los que viven de ese comercio.
Un amigo me invita a comer a su casa y le contesto que no salgo de noche, que solo iría si fuera a almorzar. Me quedo pensando ¿qué paso que la delincuencia nos dobló la mano? No sé, pero ahora vivimos bajo las reglas que se nos impone y cada vez son más los perjudicados y más los asustados.
La Justicia es lenta y generalmente se protege más al victimario que a la víctima. Incluso llegó a ponerle abogado gratis al que sobrepasaba la ley, mientras el perjudicado debía pagar por esta asesoría legal.
Esos y otros errores, unidos a la desagradable polarización política y a los fanatismos nunca derrotados, nos han llevado por el camino de la incongruencia y el temor, que junto a la violencia nos ha cambiado la manera de existir, modificando nuestros hábitos y costumbres.
Pareciera que sin quererlo somos otros y aunque no nos demos cuenta, hace tiempo que tarareamos ese viejo tango arrabalero, que nos advierte que la vida no cambia, los que cambiamos somos
nosotros.
Tan tan.