Se aproxima noviembre y viene difícil enfrentar los últimos dos meses del año. Y si para un ciudadano de a pie las complicaciones no son menores, por la inseguridad, la delincuencia, el alto costo de la vida, el fin del año escolar, etcétera, hay dos personas públicas para los que el próximo será un mes de aquellos.
Esas personas son el entrenador de la selección nacional de fútbol, Ricardo Gareca, y el mismísimo presidente de la República. Ambos, en sus respectivas actividades, están obligados a armar equipos ganadores para salir adelante en sus tareas y compromisos que cada día se hacen más cuesta arriba. El problema grave que enfrentan ambos es que “la banca” a la que tienen que recurrir, por decirlo en fácil, no da el ancho.
Entonces ambos deberán recurrir a las “sandías caladas”, a la experiencia y reflotar antiguos valores que en otras oportunidades y circunstancias demostraron tener “cancha de tierra” tanto en el plano futbolístico por una parte como en lo político por la otra.
Gareca deberá incluir en su próxima nómina a lo que queda vigente de la llamada generación dorada. Charles Aránguiz (quien desmintió haberse negado a participar), Mauricio Isla, Gary Medel, vigente en un club relevante de Argentina, Arturo Vidal, si mantiene su actual condición en Colo-Colo, y por supuesto a Alexis Sánchez, aunque esté falto de fútbol y tenga que venir con muletas, como dijo un comentarista.
Por su parte Boric deberá incorporar a su administración a integrantes de la “vieja guardia” de la Concertación Democrática, ya que varios funcionarios dejarán sus puestos para postular a un cupo parlamentario. La tarea es más difícil aún porque tendrá que dejar de lado a sus compañeros del Frente Amplio que lamentablemente han hecho realidad el viejo dicho que “otra cosa es con guitarra”.
Si Gareca sortea con éxito la próxima fecha de las clasificatorias, se podría seguir soñando con disputar un cupo para el próximo mundial de fútbol.
Por su parte el equipo de Boric debiese acompañarlo hasta el fin de su mandato y cumplir parte de su programa de Gobierno. Solo así podrá darle una posibilidad real de continuidad a quien pretenda sucederlo representando a su sector en La Moneda por otros cuatro años.
Por eso noviembre no será fácil. Buena suerte para ambos.