Con la prostitución circunscrita a ciertos sectores
Hoy se habla de tener algunos lugares que sean los denominados “barrios rojos”, donde se venda sin problemas el amor.
En los 60 y 70 e incluso más allá, existieron estos lugares donde mujeres pintarrajeadas y con vestimentas provocativas negociaban libremente el placer de una intimidad.
Se ubicaban en la calle Ricanten y Raulí y eran conocidos como “los callejones”. También existía San Martín al llegar a Mapocho, además de la famosa calle Emiliano Figueroa, una arteria que salía a Diez de Julio. San Camilo era otro barrio rojo del pasado.
La reina de la noche era La Carlina en la calle Vivaceta. Su dueña, Carlina Morales Padilla, integró a su oferta a los travestis (hombres vestidos de mujer), que provocaron impacto, ya que un grupo de ellos montó un espectáculo que se llamó “El Blue Ballet” y que se presentó en diversos lugares de la capital, debido al ingenio del empresario Tino Ortiz.
Se cuenta que cuando María Félix, la diva mexicana vino a Chile, lo único que quería era conocer La Carlina. La llevaron y permaneció en el lugar hasta las cinco de la madrugada, declarando que estaba muy entretenida.
Sería óptimo que volvieran los barrios rojos, evitando así ver inundadas las esquinas de sectores residenciales, con muchas mujeres que ofrecen su amor, por una respetable cantidad de dinero. El centro de la capital es una muestra de la decadencia y la falta de vergüenza en que hemos caído. Sería sano tomar una decisión al respecto.