EL SIGNIFICADO POLITICO DE ZALO (Parte 1)

por | Sep 5, 2022

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Corría 1979 cuando conocí a Zalo Reyes en Caracas. Situaciones políticas me habían obligado a vivir en la nación petrolera apodada Venezuela Saudita. Era uno más entre los 250.000 chilenos acogidos por el generoso gobierno de Carlos Andrés Pérez: adeco onda socialdemocracia. Entonces, tan inmensa cantidad de compatriotas se convertía en sedienta platea de recuerdos que acercaran a la patria lejana. Con innato olfato empresarial, así lo comprendió el colega Manolo Olalquiaga  que cubría espectáculos en el diario El Universal y empezó a llevar artistas mapochinos.

Don Francisco con Mandolino, Los Quincheros y Arturo Gatica fueron algunas de las figuras que mostró en el show sabatino de Venevisión animado por Gilbertico Correa, sucesor de su creador Amador Bendayan.  El canal de los acaudalados  cubanos Cisneros, congeniando con el gobierno marxista de Nicolás Maduro, regularmente continúa ahora  sus transmisiones. 

Fue en esos días calientes a orillas del río Guaire que me llamó Manolo, con quien siempre mantuve relación. Nos conocíamos desde los tiempos del Canal 9 de la U en la Escuela de Ingeniería de avenida Blanco Encalada. Él, alumno del Barros Arana, junto a Olguita Grau del liceo número 1, hoy destacada filósofa y académica, conducían un programa estudiantil emitido en tardes de sábado. Su propuesta consistió:

Para que actuara en televisión he traído a Zalo Reyes que en Chile es un boom con su canción Una lágrima y un recuerdo

-Te confieso que como llevo varios años afuera, no conozco su trayectoria, respondí.

-Yo tampoco lo ubicaba, pero por lo visto puede ser un suceso. Para promocionar  el tema, lo difundí en mi programa dominical y en otras radios y la respuesta fue excelente.

-¿Y cuál es el problema?

-Lo que ocurre es que como él cultiva un género cebollento y es medio rústico para expresarse, estimo que al público de Venevisión no le va a gustar. Para evitar el bochorno es que entonces opté por vendérselo a Radio CaracasTV que llega a un público popular. Y en esta parte de la oración entras tú. Hazme el favor de acompañar al Zalo en su presentación. En el sábado de Orlando Urdaneta va a caer parado.

Y tenía razón. Apenas salió a enfrentar las cámaras y entonar la melodía cebolla, el auditorio en pleno lo aplaudió e hizo subir la sintonía. A tal extremo que el productor del programa se me acercó al cierre del programa pidiendo que repitiera la actuación. Eso sí, que cambiara de camisa.

Fecha en que empieza a nutrirse su leyenda. Lapso que lo retrata en su sencilla autenticidad, pobreza, orfandad:

-Zalito, tienes que cambiar esa camisa verde de satén porque en la espalda se nota que antes hubo un número.

-Toñito, que querí que le haga. Es la única que tenía pa´ traer. El númeroque todavía está estampado es el 9 porque yo jugaba de centro foward por el Acharan FC de Conchalí. No tengo ninguna más.

En aquella oportunidad, Manuel Reims se llamó el ángel salvador. Sastre chileno -jefe de vestuario de la estación televisiva- incrédulo, moviendo la cabeza y sonriendo, facilitó una guayabera para su segunda presentación.

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