Las opiniones de la “señora Lela”…una “vieja que pela”

por | Ago 29, 2022

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EL CENTRO DE SANTIAGO

“Después de mucho tiempo fui al centro de la capital… y la verdad es que me dio mucha pena”, le dice la señora Lela a su prima, que la mira con atención. “Cómo lo han destruido. “Hay pinturas, destrucción, comercio ambulante y la cantidad de extranjeros es inmensa. Hay más que chilenos. La verdad es que recordé el pasado y me hundí en la nostalgia”. La prima la mira y la abraza, mientras la señora Lela le dice: “Ya nada podemos hacer, el centro es un recuerdo de tradiciones ciudadanas y de momentos inolvidables. Ahora es un mamarracho que no vale la pena mirar”. Las dos se abrazan y se quedan en silencio.

LOS PROBLEMAS DE HOY

La señora Lela está nerviosa y se pasea por el living de su casa. La inquieta la delincuencia, los precios de los alimentos en la inflación, los problemas de la migración en el norte y de la violencia y robo en la zona sur y tantas situaciones difíciles que nos ofrece el Chile de hoy. Cuando llega su prima. ¿“Y tú dónde andabas”? pregunta la señora Lela. “Fui al cine”, le responde la prima. “El país está complicado, hay muchos problemas, la delincuencia, la inflación, la violencia en el Sur y tantas cosas más…y tú en el cine”.  “¿Y qué culpa tengo yo? responde la prima con indiferencia y agrega: “Que los problemas los arreglen los que los provocaron. Yo no tengo nada que ver con eso”. La señora Lela se impacienta y le señala: “Ah ya está bien, mañana anda al cine de nuevo “. “Claro que voy a ir. Me invitó un mino”. “Ya no te soporto, ándate de aquí”, le grita la señora Lela. Su prima se dirige a su pieza y le dice: “Que los problemas los arreglen los que los produjeron. Yo no tengo nada que ver con eso. Yo me voy al cine y punto”.

LA BAJA DE LA TELE ABIERTA 

Es un hecho que la gente joven y algunos no tan jóvenes ya no ven televisión abierta. Recurren a Netflix, Amazon, Disney y otras redes que los cautivan y los entretienen más. También están los juegos y otras posibilidades que logran acaparar su atención. Lentamente la entretención ha desaparecido de la televisión tradicional o sencillamente no logra su objetivo.

La señora Lela, le dice a su prima: “Es que verdaderamente está fome la televisión de hoy y se recurre siempre a rostros conocidos y planteamientos gastados y demasiado repetidos… y los rating bajan peligrosamente”.

“Es cierto, ya no interesa como antes”, le replica su prima con decisión. “Yo creo que los adelantos tecnológicos la están eliminando lentamente”, insiste la señora Lela. La prima la mira y le dice: “Ya te dije que es cierto”, y el silencio inunda la sala.

LOS MATINALES ACTUALES 

Cuando empezaron los matinales en la televisión chilena, nadie pensó lo que iba a pasar con ellos, con el inexorable paso del tiempo. De una compañía a la mujer dueña de casa y sus quehaceres, la acompañaba.  Después, estos espacios pasaron a albergar una farándula decadente y mediocre. Hoy han pasado a ser una narrativa de hechos policiales y sociales y de discusión política. “Están mejor que antes, porque cualquier cosa es superior a la farándula que se exhibía anteriormente“, afirma la señora Lela con decisión. Su prima la observa en silencio. “Claro, a mí no me interesa la vida de personas que no tienen mayor valor“, agrega la señora Lela y la prima la sigue mirando en silencio. “Los matinales parecían unos verdaderos conventillos, donde el pelambre era el protagonista absoluto”, vuelve a afirmar la irreductible señora Lela. Y su prima la sigue mirando, sin opinar. ¿“Y tú que dices al respecto”?, le dice la señora Lela intrigada y la prima le contesta “Lo mismo que tú” y se va a la cocina a preparar café.

LAS INJUSTAS PENSIONES 

Llevamos más de 15 años tratando de arreglar las pensiones de los jubilados de nuestro país y siguen igual. Algunas son realmente para la risa. Hay muchas personas que han fallecido en esta interminable espera.

“Yo sigo esperando que me paguen más, porque con lo que gano, ya no me alcanza”, dice la señora Lela con desgano. La prima le responde que parece que ahora se van a arreglar. “Claro, seguramente. ¿O sea que tú sigues creyendo en el viejo de Pascua? Si, le contesta la prima con ingenuidad. “Ya, déjame hasta ahí no más”, le dice la señora Lela, mientras su prima la mira con ternura y sale apurada a escribirle al pascuero.

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