Miramos la calle Ahumada, en el centro de Santiago, y no lo podemos creer.
De inmediato, recordamos la calle Ahumada del ayer. Nos parece volver a ver sus elegantes tiendas como “Peñalba “, “Falabella” o “A la Ville de Nice”. También recordamos el “Waldorf”, con sus veladas inolvidables cada tarde, donde el baile era el protagonista y donde muchas parejas terminaron en el altar. Este lujoso recinto tenía sus reglamentos, por ejemplo no se podía ingresar sin corbata. Todavía se recuerda que se le impidió la entrada al famoso trompetista Louis Amstrong, por no vestirla. Era una regla que nadie podía evitar.
Había un local para la juventud “El Cuba”, en donde en más de una oportunidad, se realizaron programas de radio, promoviendo el rock and roll, el baile de moda en aquellos años. Había muchas otras cosas que la memoria no retiene, pero que hacía de esta calle, una de las más importantes del país.
Hoy es nada, llena de comercio ambulante, de extranjeros, de delincuentes y personas indeseables.
Lo que es peor, desaseada y peligrosa para transitarla.
Una lástima, pero hay veces que el pasado supera al presente.