La comunidad internacional ha reaccionado con decisión, exigiendo pruebas del triunfo oficialista.
Dramática la situación que vive Venezuela en estos días. El pueblo ha decidido obligar al Dictador de ese país a entregar el poder, luego de ser derrotado en las elecciones del domingo recién pasado.
Pese a ello y a no poseer ningún documento creíble para responder a las acusaciones de fraude, Maduro ha opuesto la violencia, deteniendo a una inmensa cantidad de ciudadanos, además del número de muertos que ha ido subiendo peligrosamente.
La oposición ha demostrado con las actas de la elección, que ha ganado democráticamente la presidencia del país, con su candidato Edmundo González y la valiente estrategia pacífica que organizó María Corina Machado.
Nicolás Maduro se declaró vencedor, presentando un resultado que no tiene ningún respaldo y que es un invento, organizado por el CNE (Consejo Nacional Electoral ).
La pantomima fue montada por los funcionarios claves que tiene Maduro en los puestos importantes que se necesitan para imponer sus decisiones y que culminó con la asunción al poder del Dictador, al día siguiente de la votación.
La comunidad internacional ha reaccionado con decisión, exigiendo pruebas del triunfo de Maduro, el que respondió retirando al personal de las Embajadas de siete países, incluido el nuestro.
Los migrantes venezolanos suman ya alrededor de 8 millones, permaneciendo en Chile aproximadamente 700.000, los que quedan librados a su suerte, sin nadie que los represente y los apoye.
La posición de Chile, ha sido la que todo ciudadano esperaba, exigiendo las pruebas del triunfo de Maduro para reconocerlo como presidente.
¿Qué irá a pasar en Venezuela? Esa es la pregunta del millón. Nadie puede asegurar en que va a terminar todo esto. Solo sabemos que lo ha provocado un Dictador, con ansias de poder y sin el más mínimo respeto por las mayorías y por el camino democrático.